BIENVENIDOS

No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

18 jul 2010

EL VIAJERO, parte cuatro.

Cuán desastrozo habrá sido mi estado que lo primero que hicieron fue ofrecerme ropa y comida. Cuando ya había recuperado algo de mis fuerzas me animé a preguntarles cómo supieron quien era yo y si sabían algo de mis propósitos. Siempre en voz baja y con unas pocas velas encendidas como toda iluminación, José (tal era su nombre) me respondió serenamente: _El gran maestro nos habló de ti. Nos advirtió que en cualquier momento podía aparecer un extranjero con ropaje exótico y que ese sujeto preguntaría por nuestra revolución, pero que no debíamos temerle, ya que ese hombre venía con una noble misión, pero...debo confesarle que, ante la evolución de los acontecimientos...temo por la suerte de la Revolución y por la vida del doctor Moreno. / Estas últimas palabras José las había pronunciado cargadas de una inocultable tristeza y desesperanza. Quize preguntarle algo más pero me indicó un viejo catre donde podría dormir por unas horas y culminó su breve exposición con una mezcla de lamento y de plegaria: _Los traidores a los ideales de Mayo se han adueñado del Poder, ¡y van por más! ¡Piden la cabeza del líder de los jacobinos! Ojalá que su presencia aquí pueda contribuir a la causa revolucionaria. Ahora debe descanzar. Necesitará de todas sus fuerzas. / Por unos instantes procuré procesar toda la información que estaba recibiendo, pero no pude elaborar ninguna conclusión: quedé rendido por el agotamiento. Mañana sería otro día en la convulsionada Buenos Aires de fines de 1810. / (continúa)