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No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

14 abr 2011

TODO ES UNA MIERDA? (Mi post número 100)

¡Todo es una mierda! leo todas las tardes en una esquina, una cuadra antes de llegar a la estación de Florencio Varela y luego de haber caminado unas 30 cuadras, o porque no venía más el colectivo o para ahorrarme el boleto mínimo. ¡Todo es una mierda! La contundencia de la afirmación parece aplastarme contra el pavimento. Es que en ese tiempo que tardo entre mi casa y esa esquina no he dejado de caminar y de pensar. ¡Y es asombroso la cantidad de pensamientos que podemos llegar a invocar en tan breve tiempo! Mientras camino, cada vez más pesadamente, pienso en la muerte de mi viejo, en su ausencia, en sus logros y sus derrotas, en qué increíble es que ya no esté, y mis ojos se humedecen y mi rostro se amarga, y oculto mis lágrimas cuando percibo que otros ojos me observan. Y mi pena se acrecienta con el distanciamiento de mi vieja, producto a simple vista de un mal entendido por cuestiones de plata, pero que en lo profundo de nuestra relación oculta reproches de todo tipo; distanciamiento que ambos sufrimos(eso quiero creer) pero en el cuál ninguno de los dos tiene la intención de dar el brazo a torcer. Y pienso, ¡no dejo de pensar! En los acreedores financieros que no dejan de llamarme, en que el dinero no alcanza y que entro cada tanto en círculos viciosos de los que me es muy díficl de salir. ¡Siempre el maldito dinero metido en todo! La inflación que nos cubre a todos por igual pero que siempre termina aplastando a los más humildes y carenciados. ¡Todo es una mierda! leo en esa esquina y ya cansado de caminar y carburar estoy a punto de creer que es una verdad absoluta. Pero, al doblar esa misma esquina, me encuentro con otro mensaje en la pared: ¡Si las pantallas callan que hablen las murallas! / Lo curioso es que al leer ese mensaje no insulto a nadie. Todo lo contrario. Una sonrisa se dibuja en mis labios. Es que ese mensaje es casi un alarido de guerra, una declaración de principios, pero, por sobre todo, es parte de un discurso político al que adhiero con entusiasmo desde el año 2003, cuando Néstor Kirchner llegó a la presidencia de la nación; proyecto que fue continuado por su esposa, la actual presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. / ¡Todo es una mierda! y ¡Si las pantallas callan, que hablen las murallas! vendrían a ser así las dos caras de la misma moneda, que no es otra que la misma vida. Pero no hay que considerar esas alternancias entre las caras de la moneda como una disputa del bien y el mal sino como un ir y venir de dos estados de ánimo, el del pesimismo y el de la esperanza. Por supuesto que no pretendo que piensen como yo, ya que seguramente muchos de ustedes pensaran que si todo es una mierda es por responsabilidad del gobierno nacional. Yo no pienso así, pero es solo mi opinión. Y aquí aclaro porqué no se trata de una lucha, en términos absolutos, entre el bien y el mal. En los estados de ánimo pesimistas también es posible rescatar valiosos aprendizajes y en el optimismo que me genera una fuerza política de gobierno sería necio evidenciar tal fanatismo que no permitiera ver que no todo es color de rosa, que hay muchisimas cuestiones aún turbias y censurables en el gobierno nacional. Pero entonces, ¿porqué despierta en mi un estado de ánimo optimista, porqué tengo esperanza en un gobierno, en una fuerza política oficialista? Supongo que ha sido porque los gobiernos kirchneristas no han demostrado miedo en enfrentar a los grandes grupos económicos que históricamente buscaron contar con gobiernos débiles, ya sea para condicionarlos o directamente manipularlos. El gobierno de los Kirchner restauró el accionar de la política como herramienta de transformación, le dió entidad y peso frente a las concepciones netamente economicistas de las corporaciones y de ese modo la revalorizó frente a una sociedad que había dejado de creer en la política y en los políticos. En los 90 la política permaneció amordazada o confinada en aislados núcleos de lucha social y política. En esos años fui un ignorante al no apreciar a tiempo el engaño y la traición del menemismo. Pero con los Kirchner he despertado ideológicamente y eso ha sido posible gracias al hecho de que han encarado esta etapa histórica con una visión moderna de la sociedad pero sin dejar de lado sus convicciones ideológicas. La muerte de Néstor fue un golpe muy fuerte, que podría haber provocado estados de pesimismo y desesperanza, pero la extraordinaria reacción del pueblo demostraron que el líder al que los medios hegemónicos y los grupos económicos concentrados consideraban un político crispado, que sembraba solo odio y rencor, procurando la división de los argentinos, en realidad terminó cosechando admiración, reconocimiento y amor popular. Apenas fallecido Néstor el ataque mediático se encaminó a mostrar una Cristina débil y vulnerable, insinuando incluso que debía adoptar una política sin tanta crispasión. No solo no fue así sino que ahora esos mismos conjeturan, queriendo crear miedo, que Cristina podría radicalizarse aunmás

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