Cinco de la mañana. El tiempo, por alguna razón que no llego a comprender, avanza a un ritmo màs lento, como si estuviese esperando a alguien, o algo.
Eso explicaría la aparición de los fantasmas y demonios que me suelen visitar por estas horas.
Por ahora no se muestran tal como son, o cómo imagino que han de ser.
¿Si les temo? No lo voy a negar ¿cómo no temer lo desconocido?
Pero aún sin verlos se que estan aquí, suspirando, respirando en mi nuca, metiendo razonamientos en mi cerebro, exprimiendo sentimientos en mi alma...