BIENVENIDOS

No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

29 sept 2010

INTRODUCCIÓN DE LOS MITOS DE LA HISTORIA ARGENTINA, DE F. PIGNA, 2004, parte 1

La sociedad argentina ha vivido los últimos 30 años acosada por las vicisitudes del cotidiano sobrevivir, con escaso margen para darse un tiempo para la reflexión sobre los orígenes y las causas remotas de sus males cotidianos. El proceso de exclusión social y política al que viene siendo sometida la mayoría de la población argentina desde 1976 provoca efectos muy negativos que obstaculizan decididamente la conformación de una identidad ciudadana consciente de sus derechos con marcos legales y referenciales claros que avalen sus demandas y hagan posibles sus deseos de realización personal y social. En este contexto, el poder ha logrado que la historia reciente o lejana no forme parte del menú de intereses de la mayoría de la población, que visualiza la historia como una materia de estudio escolar pero no como un instrumento útil para comprender mejor su presente y planificar su futuro. / Más allá de la evolución ideológica y metedológica de nuestros historiadores y docentes, a lo largo de los años el sistema ha logrado que la gente remita la historia argentina a la escuela primaria, es decir, la Revolución de Mayo aparece como un acontecimiento vinculado a la escuela primaria. / Nuestro elemento fundacional como país, históricamente hablando, es un tema de acto escolar. Los sucesos de Mayo son difíciles de pensar -para la mayoría de los argentinos- despojados de betún, corcho quemado y pastelitos. / Es alarmante la efectividad de este mecanismo que despolitiza y reduce, en el imaginario social, prácticamente a la nada a nuestra historia. Y, por otra parte, rotula como históricos, con ese pobre concepto de historia, a los hechos remotos vinculados al calendario escolar y les niega historicidad a los sucesos más recientes, determinantes de nuestro presente.

17 sept 2010

ESTEBAN ECHEVERRÍA, entre el romanticismo y el socialismo utópico.

Escribió Noé Jitrik: "Durante su accidentada gestión como ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires a partir de 1821 y luego como presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, entre 1826 y 1827, Bernardino Rivadavia tomó una gran cantidad de decisiones en todos los órdenes de la vida social, todas dictadas por una suerte de utopismo bebido en la filosofía fisiocrática inglesa, una línea de pensamiento iluminista cuyo fundamento básico era que el hombre podía controlar y remodelar la naturaleza. La realidad se oponía cerrilmente a casi todas, razón por la cual muchas, que parecían producto de un sueño tan avanzado como delirante, fracasaron.(...)También tomó medidas políticas de fondo, tales como hacer dictar una Constitución, asunto que motivó su caída, y organizar el Estado, todavía en ciernes luego de las guerras de Independencia y el surgimiento de caudillos locales que le hacían una pertinaz oposición. Pero Rivadavia no se pudo sostener y el país entró en un estado de turbulencia, en ocasiones sangriento, con la acción de caudillos dispuestos a reivindicar por las armas derechos locales, provinciales o regionales -Quiroga en La Rioja, Ibarra en Santiago del Estero, López en Santa fe, y, por fin, Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires, que dominó la escena nacional desde 1830, más o menos, hasta 1852-. Casi como respuesta, surgieron ejércitos -sobre todo los dirigidos por José María Paz y Juan Lavalle- que se declaraban "unitarios", en lucha contra los caudillos, que se declaraban "federales", a veces triunfantes, a veces derrotados. El panorama era, lo menos que puede decirse, confuso, oscuro y daba lugar a hechos brutales, como el fusilamiento de Dorrego y el asesinato de Quiroga, sin contar con la implacable persecución a opositores y contrincantes de quienes detentaran un poder.

HISTORIA, LITERATURA E IDEOLOGÍAS: Los escritores argentinos y su compromiso político.

2010. Año del Bicentenario de la Nación Argentina. Doscientos años de Historia. La Literatura es parte fundamental de la cultura de un país, en este caso el nuestro. Quien escribe siempre procura expresar un mensaje, una idea. Aunque muchas veces el pensamiento del escritor no aparezca de manera explícita siempre hay una ideología que sirve de sustento a lo que se escribe. En esta serie de entradas me gustaria reflexionar y aprender con sus aportes qué es lo que sabemos del pensamiento y el tiempo histórico de Sarmiento, Lugones, Hernández, Cortázar, Arlt, Walsh y tantos otros que han escrito a lo largo de estos doscientos años? Qué nos dicen sus obras sobre sus ideologías y sobre su compromiso político con el tiempo que les tocó vivir? / Puede suceder que muchas veces no logremos apreciar en su total dimensión el pensamiento político o el sistema de ideas de un intelectual o de una determinada etapa histórica. Para ello será imprescindible apelar a la Historia, lo que no implica, una total garantía de comprensión. Pero si no buceamos en las profundidades de nuestra historia como país y en la historia de las ideas que atraviesan una época será inútil cualquier intento de comprender el mensaje de los escritores argentinos. Sarmiento y Echeverría, solo por citar dos ejemplos, escribieron sus obras en determinados contextos políticos y culturales. Es crucial analizarlos y asimilarlos para intentar una mínima aproximación a su pensamiento político y literario. Como libro de cabecera recurriré a "Panorama histórico de la literatura argentina" de Noé Jitrik pero, como ya lo he dicho, me gustaría saber de sus opiniones, sus lecturas, sus recomendaciones. Una cuestión que no mencioné pero que está implícita es el tradicional debate sobre si los intelectuales deben involucrarse en la política de su tiempo.

6 sept 2010

GOBIERNO, CORPORACIONES Y SOCIEDAD

Escribió María Seoane en su editorial de Caras y Caretas de agosto de 2010: "Y otra vez, como cada año, la Sociedad Rural exigió que la política esté de rodillas frente a las corporaciones, en este caso la agroganadera, para que pueda zafar de pagar retenciones por exportación". Suena muy duro semejante afirmación, no? Pero es la realidad que muchos quieren no ver o no saben apreciar. Continúa Seoane: "(Hugo Biolcati)Se refirió al gobierno como "confrontativo, soberbio, intolerante y arrogante". Los ruralistas pusieron en vilo al país, desabastecieron y además produjeron un incremento en los precios de los alimentos de los argentinos pero se consideran humildes y tolerantes. También advirtió, al referirse al gobierno elegido por millones de argentinos: "Son sólo un episodio pasajero" en dos siglos de historia. Lo dijo claro: los gobiernos pasan y los oligarcas quedan. Esa ideología de ser dueños del país estuvo en la base -y no nos cansaremos de repetirlo- de cada uno de los golpes de Estado y de las mayores tragedias económicas y políticas de la Argentina". Es que las corporaciones tienen su razón de ser en la defensa de sus intereses particulares, sectoriales. Y muchas veces no importa que esos intereses atenten contra el bien común, contra los intereses de la mayoría: todo es válido para hacer prevalecer los intereses corporativos. Lo dice muy claro Seoane en su editorial: "Lo que piden siempre desde la Sociedad Rural es impunidad para lucrar. Y sí, la democracia molesta. Molesta que haya gobiernos que no cedan a las corporaciones. Molesta el voto universal, secreto y obligatorio que elige gobiernos que no responden a la Sociedad Rural. Molesta la Argentina plebeya del siglo XX: quieren volver a la del Centenario". Una manera de contrarrestar el poderío corporativo es la alianza gobierno-sociedad.

12 ago 2010

CENTENARIO vs BICENTENARIO, la interpretación de los historiadores

2010, año del Bicentenario. Sin embargo, existen sectores de la sociedad que menosprecian estos tiempos que vivimos y consideran que los tiempos del Centenario son los que merecen ser venerados e imitados. En el número del mes de Julio de la revista Caras y Caretas apareció una muy interesante nota, de Silvia Valerga, sobre como interpretan los historiadores argentinos el Centenario y el Bicentenario. Por ejemplo, "Félix Luna (1925-2009) recordó el Centenario y al gobierno del presidente Marcelo T. de Alvear(1922-1928) como "uno de los períodos políticos más felices de la historia nacional. Democracia consolidada, reivindicaciones sociales y prosperidad económica fueron característícas de la gestión de un hombre que hizo de la legalidad y la ética política directamente un estilo de vida" / Por su parte, Felipe Pigna tiene otra mirada: "Cuando se dice que ahora estamos peor que la Argentina del Centenario, es muy injusto. En 1910 había pocos habitantes, la riqueza estaba concentrada en una pequeña minoría que vivía en los palacetes de la avenida Alvear y viajaban continuamente a Europa. Las cárceles estaban llenas y había permanentes luchas obreras. Las estadísticas de aquellos años muestran que el 46,5 por ciento de los jóvenes que debían ingresar al servicio militar obligatorio fueron rechazados por bajo peso, desnutrición y tuberculosis. En aquellos años sólo había dos leyes obreras y la gente no votaba. Hubo avances muy importantes en estos últimos cien años". / En tanto, Pacho O'Donnell, dice de la Generación del 80: " La clase dirigente era la aprovechadora de las circunstancias de la Argentina rica porque no se derramaba hacia el resto de la gente". / Mientras que, Osvaldo Bayer, al analizar la Argentina del Centenario dice: "Había triunfado el pensamiento de los llamados liberales positivistas. Mirábamos a Europa, nos avergonzábamos de lo verdaderamente autóctono. La celebración del Centenario fue más bien un homenaje a España y no a los verdaderos libertadores de América. En vez de levantar un monumento a Tupac Amaru, se levantó un monumento a Colón y se puso en el costado este de nuestra Casa Rosada. Se levantó el Monumento de los Españoles y la invitada más importante fue la infanta hispana, Gran Bretaña invertía más en la Argentina que en sus propias colonias, Canadá y Australia. Y, por supuesto, así eran sus ganancias y la dependencia". Al referirse al presente de la Argentina, Bayer opina: "Hoy, en cambio, se lucha más que nunca por nuestra identidad. Luchamos por levantar un monumento a la mujer originaria, en cuyo cuerpo nació el criollo, el mestizo, que hoy corresponde al 61 por ciento de la población argentina. Recordamos a nuestros grandes pensadores de Mayo, como Moreno, como Castelli, como Belgrano, que produjeron documentos para terminar para siempre con la esclavitud de los auténticos pobladores de estas tierras e hicieron esfuerzos para que los argentinos llegáramos a lo que cantamos siempre en el Himno y no cumplimos: 'Ved en trono a la noble igualdad, libertad, libertad, libertad". / Pero, como bien lo dice Valerga en su nota, el análisis de la historia depende del ojo con que se mire. Es así como los historiadores pueden tener interpretaciones del pasado opuestas a las de sus colegas. Por ejemplo, Luis Alberto Romero, al comparar la Argentina del Centenario con la actualidad, dijo: "La primera era un país que empezaba un ascenso y ahora estamos en un ciclo de decadencia. Esa decadencia comienza a mitad del siglo XX con el peronismo y todos los problemas giran alrededos del peronismo por lo que resulta increíble cómo se sostiene a lo largo del tiempo. La década del 30 es una época muy rica en construcciones que hizo el Estado: el Banco Central, los caminos y puentes. Esa no fue la Década Infame y si esa idea persiste es por estos escritores que creen en el ser nacional, esa mezcla de nacionalismo y populismo. Pero ningún historiador serio pensaría en esos términos". Por lo que se ve, pudieron haber ocurrido dos cosas, o Hugo Biolcati leyó a Romero antes de su discurso en la Rural o éste, directamente, le escribió las líneas que tenía que decir. La única diferencia es que Biolcati no se animó a nombrar "la causa" de la decadencia que se inicia a mediados del siglo XX: El Peronismo. / "Raúl Scalabrini Ortiz(1898-1959) es el modelo de historiador que pone en marcha la idea del pensamiento nacional, cuando frente a la crisis del año 30 dice en El hombre que está solo y espera: "El capitalismo hace agua por todos lados y millones de hombres son arrojados a la desocupación y al hambre. Los países desarrollados, envueltos en la crisis, amenguan sus efectos, descargándola sobre los países productores de materia prima. En la Argentina se desmorona "el granero del mundo": caen los precios de las exportaciones y baja el peso. Desocupación, hambre, tuberculosis, delincuencia y suicidios señalan el inicio de la Década Infame". / Se pregunta Scalabrini Ortiz: "¿Cómo es posible que en un país como la Argentina, productor de carnes y cereales, haya hambre?", emprende entonces el inventario de nuestras riquezas: ferrocarriles, frigoríficos y puertos, estudiando quienes son los dueños y llega a esta conclusión: "Los argentinos nada poseen, mientras el imperialismo inglés se lleva nuestras riquezas a precios bajísimos y nos vende sus productos encarecidos, mientras los ingleses nos succionan a través de seguros, fletes, dividendos, jugosa renta producto de su dominio sobre los ... (Continúa en comentarios)

10 ago 2010

BURGUESÍA PRODUCTORA U OLIGARQUÍA VENDEPATRIA?

En las entradas anteriores venía exponiendo sobre la vinculación que Hugo Biolcati, titular de la Sociedad Rural Argentina, había trazado entre la Argentina del Centenario y el pensamiento y accionar de Mariano Moreno y Manuel Belgrano. Según Biolcati, ambos próceres habían dado los primeros pasos para concretar lo que luego se conocería como el modelo agroexportador, que tantos beneficios trajo al país y sus pobladores. Desde éste espacio postulamos una interpretación distinta de la historia argentina. Moreno y Belgrano formaban parte de una pequeña burguesía revolucionaria, jacobina, consciente de sus limitaciones pero que aún así se propuso cambiar radicalmente la realidad de la nación que recién nacía. Para ello ideó un plan global que proponía medidas extremadamente audaces para su tiempo. Tanto fue así que pronto el grupo gobernante se vió cercado por enemigos poderosos, incluso en el mismo seno de la Primera Junta de gobierno. El Plan de Operaciones, elaborado por Moreno y quizás también por Belgrano, ubicaba al Estado en el centro de la economía. Él debía ocupar el rol de una burguesía nacional inexistente. Era un modelo intervencionista, proteccionista e industrialista. Nada más lejos de el modelo imperante en el Centenario. Para corroborar esto recurriré al auxilio de José Pablo Feinman, quien realiza una esclarecedora comparación entre las burguesías de Argentina(o mejor dicho, de Buenos Aires) y las que se enfrentaron en la guerra de Secesión norteamericana. Feinmann nos dice, en primer lugar, una sentencia lapidaria: "Una economía que se condena al monocultivo, pierde. Pierde como perdió el Sur contra el Norte industrialista en Estados Unidos. El destino que las oligarquías criollas le impusieron a la América del Sur fue el que el Sur quería imponerle a la América del Norte: el goce de la abundancia fácil, el monocultivo y el latifundio. La Guerra de Secesión no se hizo para liberar a los desdichados esclavos del Sur". Se pregunta entonces Feinmann: "¿Por qué el Sur quiere separarse de la Unión y desata esa guerra sanguinaria entre 1860-1865? Porque los aristócratas sureños son exportadores de materias primas. Producen, pero no para el mercado interno, sino para el externo. No necesitan "un pais". Necesitan sus campos, sus esclavos y compradores externos. El resto, todo lo elaborado, todo lo producido por la industria, habrán de importarlo. Viven, así, de la naturaleza. No trabajan, trabajan sus esclavos. No producen, produce el suelo. Viven de "la abundancia fácil". El Norte es industrialista. Produce manufacturas, ergo: necesita un mercado interno. Tiene que crearlo. Para crearlo tiene que colonizar su propio territorio. Tenemos, aquí, la Conquista del Oeste. Las carretas de los colonos. Los ferrocarriles. Todo se orienta hacia "adentro". (Comparar el trazado de los ferrocarriles argentinos con los de Estados Unidos. Los argentinos apuntan todos al Puerto: salen de él y regresan a él. Los de Estados Unidos apuntan a la tierra, a lo nuevo, a la nada, a lo que hay que hacer, inventar: un mercado interno, un país. Por cada piel roja que masacraba el furibundo general Custer o quienes fueran como él, el Ejército yanqui, en suma, se ponían cien colonos. Por cada tres mil indios que mataba Juilo A. Roca, dos o tres o cuatro familias recibían enormes territorios para explotación latifundista, oligárquica. Para goce privado y poder político). / El Sur del general Lee se opone al trazado de ferrocarriles al Oeste, a la colonización. ¿Por qué habrían ellos de destinar sus impuestos para eso? ¿Qué podía importarles? Secesión, entonces. El Sur no va a financiar los proyectos expansionistas del Norte. El Sur no necesita expandirse. Sus mercados los tiene afuera, no tiene que crearlos. (...)En Argentina, Carlos Pellegrini y Vicente Fidel López, que protagonizan un debate en favor del proteccionismo y la industrialización contra el librecambio y la economía agroexportadora, han sido totalmente derrotados. / Una simetría impecable: La Guerra de Secesión norteamericana termina en 1865. Ahí, exactamente ahí, Mitre y el Brasil inician la campaña militar contra el Paraguay manufacturero de los López. "En vuestras bayonetas llevais el librecambio", dice Mitre a sus soldados. Aquí, la guerra la ganó el Sur. La ganó el país agroexportador, oligárquico, el país del monocultivo, enemigo de la industrialización, del mercado interno. ¿Para qué quería Buenos Aires un mercado interno? LA BURGUESÍA PORTEÑA NO ERA MANUFACTURERA COMO LA BURGUESÍA DE LINCOLN. No era productora, importaba mercaderías y las metía en el mercado interno arruinando todo posible intento de surgimiento manufacturero. Para entendernos: basta de decir que alguna vez Argentina fue un gran país. Para que tal cosa sea posible es necesaria una clase productora progresista, moderna, industrialista, con la mirada vuelta hacia adentro y no hacia afuera. Nosotros tuvimos una oligarquía agrícolo-ganadera que hizo una ciudad y un puerto: Buenos Aires. El país funcionó en tanto funcionó ese esquema precario, elemental: el de la abundancia fácil. El granero del mundo. Esa es la "nostalgia" argentina. No bien los términos de intercambio se inclinaron decididamente en favor de los productos industriales; no bien, luego de la crisis del 29, los viejos compradores de la silvestre riqueza argentina decidieron no comprar, la "grandeza nacional" se hizo añicos. ¡Si habrá sido vano y arrogante y hueco ese festejo del Centenario!" //

8 ago 2010

MARIANO MORENO, BURGUESÍA Y BIOLCATI

Decía en entradas anteriores, en relación directa con el discurso que diera Hugo Biolcati, titular de la Sociedad Rural Argentina, que la burguesía que llega al poder en Mayo de 1810 es radicalmente diferente a la que gobernará el país a partir de 1860. /Siguiendo el análisis que hace Norberto Galasso en "Mariano Moreno, el sabiecito del sur", hay que decir que aquellos hombres, que participaron en las jornadas que culminarían con la formación de nuestro primer gobierno patrio, pertenecían a una pequeña burguesía jacobina. Es una burguesía revolucionaria inflamada por las nuevas ideas que vienen desde Europa, especialmente desde Francia, dónde la Revolución de 1789 ha comenzado a modificar las sociedades. Dice Galasso: "...aquella pequeña burguesía francesa o aquellos desharrapados de París que habían logrado tumbar "el viejo orden", aquellos que tomaron La Bastilla, abrieron un camino histórico por el cual avanzó impetuosamente la burguesía francesa dispuesta a consolidar esas banderas del liberalismo revolucionario y usufructuarlas bajo sus propias perspectivas.(...) En cambio, ¿qué burguesía nacional existe detrás de Moreno y sus amigos? ¿Qué poder puede llevar a cabo la tarea de unificar estas enormes extensiones, trazar rutas de transporte y atarlas a través de vínculos económicos, unificando nacionalmente a esta parte del imperio español que tiene la misma lengua, el mismo origen histórico, las mismas costumbres y un territorio contiguo que son las condiciones necesaria para conformar una nación?". Ciertamente en aquel entonces no existía esa clase social. Pero la Junta le había encomendado a Moreno la elaboración de un plan global que delineara los objetivos inmediatos y mediatos del proyecto revolucionario. Seguramente que habrá pasado muchas horas de aquellas jornadas "intentando desentrañar alguna forma, algún instrumento que permitiera darle impulso a la revolución, así como lo tuvo la inglesa o la francesa. En más de una oportunidad se habrá preguntado si nuestro destino, como el de España, sería el de la postración, la frustración reiterada, al no lograr descifrar el enigma de la esfinge: ¿cómo, cuándo, de qué modo, promover el crecimiento económico y la consolidación de la democracia y la soberanía popular? Finalmente, el 31 de agosto de 1810, presenta su Plan de Operaciones a consideración de la Primera Junta de Gobierno y obtiene el consenso de sus compañeros. El Plan traza los objetivos generales que persigue la revolución y analiza la manera posible de instrumentación, especialmente en los planos político y económico y en las relaciones internacionales". / A los efectos de esta entrada solo diremos, por ahora, que el Plan de Operaciones contenía una serie de medidas de increíble audacia para 1810. "Si no existe la burguesía -parece haber pensado Moreno- el Estado deberá ocupar su lugar", adelantándose así en más de un siglo a los procesos políticos del Tercer Mundo que propondrían la misma salida. Pero, ¿y la acumulación del capital? ¿Con qué recursos el Estado se convierte en empresario y centro de la actividad económica? "La solución consiste -para Moreno- en apropiarse de "cerca de 500 o 600 millones de pesos" pertenecientes a los mineros del Alto Perú". Dice Galasso al respecto: "En principio, esta propuesta, visiblemente atentatoria de la propieda privada, llama la atención porque no resulta usual en la artillería ideológica del liberalismo de principios de siglo. Sin embargo, una consecuente interpretación de las banderas revolucionarias del 89 francés -como la hicieron Babeauf y sus amigos a través de "la conspiración de los iguales"- conduce a estas posiciones donde lo burgués decae en favor de lo igualitario". /
En definitiva, lo que se aprecia es que la pequeña burguesía jacobina liderada por Moreno tenía todas las intenciones de ejecutar un plan nacional, intervencionista, proteccionista y estatizante. "Él se corresponde estrechamente con las medidas adoptadas por el morenismo gobernante aunque la derrota, en diciembre de 1810, impide completar la faz económica fundamental -expropiaciones de mineros- que el mismo Plan preveía "una vez consolidado el Estado sobre bases fijas y estables". Pero sus pasos más enérgicos -desde la ampliación de la revolución hasta ajusticiamientos, destierros y confiscaciones- ya están puestos en marcha hacia fin de año, consolidando así el apoyo de sus partidarios pero, al mismo tiempo, generando, por su audacia y peligrosidad, no sólo el odio de los sectores acaudalados, sino también el repliegue y disentimiento de los grupos moderados dentro del frente democrático." / ¿Dónde está entonces el Moreno que Biolcati pretendió presentar como uno de los sustentos ideológicos del modelo agroexportador, de la Argentina del Centenario? El secretario de la Primera Junta y el titular de la SRA no se habrían llevado nada bien. Mariano Moreno no era uno de esos políticos que privilegiaban la moderación; caracteristica indispensable en todo buen político, siempre según el ideal de Hugo Biolcati. Moreno me recuerda a otros gobernantes, más actuales, los cuales también suelen ser tildados de autoritarios e intolerantes. //