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No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

10 ago 2010

BURGUESÍA PRODUCTORA U OLIGARQUÍA VENDEPATRIA?

En las entradas anteriores venía exponiendo sobre la vinculación que Hugo Biolcati, titular de la Sociedad Rural Argentina, había trazado entre la Argentina del Centenario y el pensamiento y accionar de Mariano Moreno y Manuel Belgrano. Según Biolcati, ambos próceres habían dado los primeros pasos para concretar lo que luego se conocería como el modelo agroexportador, que tantos beneficios trajo al país y sus pobladores. Desde éste espacio postulamos una interpretación distinta de la historia argentina. Moreno y Belgrano formaban parte de una pequeña burguesía revolucionaria, jacobina, consciente de sus limitaciones pero que aún así se propuso cambiar radicalmente la realidad de la nación que recién nacía. Para ello ideó un plan global que proponía medidas extremadamente audaces para su tiempo. Tanto fue así que pronto el grupo gobernante se vió cercado por enemigos poderosos, incluso en el mismo seno de la Primera Junta de gobierno. El Plan de Operaciones, elaborado por Moreno y quizás también por Belgrano, ubicaba al Estado en el centro de la economía. Él debía ocupar el rol de una burguesía nacional inexistente. Era un modelo intervencionista, proteccionista e industrialista. Nada más lejos de el modelo imperante en el Centenario. Para corroborar esto recurriré al auxilio de José Pablo Feinman, quien realiza una esclarecedora comparación entre las burguesías de Argentina(o mejor dicho, de Buenos Aires) y las que se enfrentaron en la guerra de Secesión norteamericana. Feinmann nos dice, en primer lugar, una sentencia lapidaria: "Una economía que se condena al monocultivo, pierde. Pierde como perdió el Sur contra el Norte industrialista en Estados Unidos. El destino que las oligarquías criollas le impusieron a la América del Sur fue el que el Sur quería imponerle a la América del Norte: el goce de la abundancia fácil, el monocultivo y el latifundio. La Guerra de Secesión no se hizo para liberar a los desdichados esclavos del Sur". Se pregunta entonces Feinmann: "¿Por qué el Sur quiere separarse de la Unión y desata esa guerra sanguinaria entre 1860-1865? Porque los aristócratas sureños son exportadores de materias primas. Producen, pero no para el mercado interno, sino para el externo. No necesitan "un pais". Necesitan sus campos, sus esclavos y compradores externos. El resto, todo lo elaborado, todo lo producido por la industria, habrán de importarlo. Viven, así, de la naturaleza. No trabajan, trabajan sus esclavos. No producen, produce el suelo. Viven de "la abundancia fácil". El Norte es industrialista. Produce manufacturas, ergo: necesita un mercado interno. Tiene que crearlo. Para crearlo tiene que colonizar su propio territorio. Tenemos, aquí, la Conquista del Oeste. Las carretas de los colonos. Los ferrocarriles. Todo se orienta hacia "adentro". (Comparar el trazado de los ferrocarriles argentinos con los de Estados Unidos. Los argentinos apuntan todos al Puerto: salen de él y regresan a él. Los de Estados Unidos apuntan a la tierra, a lo nuevo, a la nada, a lo que hay que hacer, inventar: un mercado interno, un país. Por cada piel roja que masacraba el furibundo general Custer o quienes fueran como él, el Ejército yanqui, en suma, se ponían cien colonos. Por cada tres mil indios que mataba Juilo A. Roca, dos o tres o cuatro familias recibían enormes territorios para explotación latifundista, oligárquica. Para goce privado y poder político). / El Sur del general Lee se opone al trazado de ferrocarriles al Oeste, a la colonización. ¿Por qué habrían ellos de destinar sus impuestos para eso? ¿Qué podía importarles? Secesión, entonces. El Sur no va a financiar los proyectos expansionistas del Norte. El Sur no necesita expandirse. Sus mercados los tiene afuera, no tiene que crearlos. (...)En Argentina, Carlos Pellegrini y Vicente Fidel López, que protagonizan un debate en favor del proteccionismo y la industrialización contra el librecambio y la economía agroexportadora, han sido totalmente derrotados. / Una simetría impecable: La Guerra de Secesión norteamericana termina en 1865. Ahí, exactamente ahí, Mitre y el Brasil inician la campaña militar contra el Paraguay manufacturero de los López. "En vuestras bayonetas llevais el librecambio", dice Mitre a sus soldados. Aquí, la guerra la ganó el Sur. La ganó el país agroexportador, oligárquico, el país del monocultivo, enemigo de la industrialización, del mercado interno. ¿Para qué quería Buenos Aires un mercado interno? LA BURGUESÍA PORTEÑA NO ERA MANUFACTURERA COMO LA BURGUESÍA DE LINCOLN. No era productora, importaba mercaderías y las metía en el mercado interno arruinando todo posible intento de surgimiento manufacturero. Para entendernos: basta de decir que alguna vez Argentina fue un gran país. Para que tal cosa sea posible es necesaria una clase productora progresista, moderna, industrialista, con la mirada vuelta hacia adentro y no hacia afuera. Nosotros tuvimos una oligarquía agrícolo-ganadera que hizo una ciudad y un puerto: Buenos Aires. El país funcionó en tanto funcionó ese esquema precario, elemental: el de la abundancia fácil. El granero del mundo. Esa es la "nostalgia" argentina. No bien los términos de intercambio se inclinaron decididamente en favor de los productos industriales; no bien, luego de la crisis del 29, los viejos compradores de la silvestre riqueza argentina decidieron no comprar, la "grandeza nacional" se hizo añicos. ¡Si habrá sido vano y arrogante y hueco ese festejo del Centenario!" //