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No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

9 ago 2021

PARTE UNO. capítulo tres. 1980-1989 . parte B

En esos últimos años de escolaridad primaria hubo varias compañeras de aula que me gustaban, pero el especial sentimiento que me provocaba Silvia fue aumentando en intensidad a medida que el séptimo grado comenzaba a ingresar en su última etapa. 
Y aconteció entonces un viaje de egresados de un día a San Antonio de Areco, "localidad bonaerense ubicada a más de cien kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, conocida por sus famosas celebraciones tradicionalistas, ya que allí nació Ricardo Güiraldes, autor de Don Segundo Sombra, reconocida obra gauchesca. La zona es atravesada por el río Areco y hay museos y parques temáticos sobre Güiraldes, su obra y la cultura gauchesca en general.(...) Y en el viaje de regreso la última oportunidad de confesar la verdad, sin más rodeos, sin la más mínima idea de que ocurriría cuando esa verdad oculta saliera a la luz.
Y un gran amigo, Adrián, que supo presionar lo suficiente para arrancarme el nombre de esa persona tan especial. Y la buscó, le habló y prácticamente la sentó junto a mi.
Nervios. Adrenalina. Vértigo. La verdad revelada, titubeante, ¡pero revelada al fin!
Y sus ojos iluminados en su carita, escudriñando mi rostro, mis reacciones, "tratándome suavemente", buscando amortiguar el golpe de su respuesta, dura, definitiva, lapidaria.
Mi primer amor no correspondido que iniciaría un sendero de varios fracasos amorosos por venir".(Memorias de aquel tiempo adolescente en San Francisco Solano; obra citada).

Al finalizar el ciclo lectivo del año 1984 se realizó la ceremonia de entrega de diplomas y medallas a los alumnos que culminaban el séptimo grado. Yo estaba en la escolta de la bandera nacional. En algunos actos escolares me tocó ser el abanderado porque nos repartíamos ese honor entre los mejores alumnos de los distintos séptimo grado. La chica que sostenía la bandera aquel último acto del 84 creo que se llamaba Lorena Tau, o algo así,  y la volveré a ver al año siguiente siendo mi compañera en el primer año de la escuela secundaria. Ya no recuerdo si repitió ese año, o si abandonó o se cambió de escuela, porque en segundo año ya no fue mi compañera. 
En definitiva, a ella le correspondió traspasar la bandera nacional al abanderado de sexto grado, quien sería el encargado de sostenerla, si continuaba siendo el mejor alumno del grado, el año siguiente. Y ese nuevo abanderado fue mi hermano Rubén. 
Volviendo entonces a la entrega de medallas, luego que todo séptimo grado "A" recibió  su medalla de egresados se procedió a cumplir con la tradición de entregar las medallas de mejor alumno y mejor compañero. Yo había sido elegido merecedor de ambas medallas por el voto de mis maestras y mis compañeros. Pero las gratificaciones de ese día no terminaron ahí. También había sido elegido para escribir y leer un discurso alusivo a fecha tan especial. 
"Lamentablemente el contenido de aquel discurso que di al egresar se perdió. Pero tengo casi la extraña impresión que el mismo procuraba un delicado equilibrio entre dos fuerzas en pugna: por un lado la enorme alegría de terminar un ciclo que nos abría el camino hacia nuevos horizontes. Y por otro lado una rara sensación de tristeza por dejar atrás tantas vivencias con maravillosas docentes y extraordinarias amistades".(Memorias de aquel tiempo...; obra citada).

Ese último año de mi escolaridad primaria fue el único que pude realizar bajo un sistema de gobierno democrático. 
El fracaso militar en la guerra por las Islas Malvinas, sumado al creciente descontento de la población por la grave situación socioeconómica determinaron la realización de elecciones como primer paso formal para el restablecimiento de la Democracia. Las mismas se llevaron a cabo el 30 de Octubre de 1983 y resultó elegido presidente de la nación el candidato por la Unión Cívica Radical, el abogado oriundo de Chascomus, Raúl Ricardo Alfonsín.
Mis padres, desde que tengo uso de la razón, siempre fueron peronistas. El triunfo de los radicales no les cayó nada bien. Por la herencia recibida, lo que he llamado en alguna reflexión escrita "lealtad a la tradición política-familiar", y por mi propia experiencia, también he sido peronista gran parte de mi vida.

Un hermoso recuerdo, que bien podría ser de fines de los 70 o primeros años 80, es el que nos muestra, a mis hermanos y a mi, junto a nuestros padres sentados en el patio delantero, haciendo una pausa del juego/entrenamiento con la pelota, disfrutando de un tibio sol otoñal mientras saboreamos los maníes recién comprados por mi viejo a un hombre que anda por las calles de tierra del barrio con un carrito con forma de locomotora. Su clásico silbato sonando a la distancia, en mi memoria, es una invitación a trasladarse a uno de esos magníficos momentos de la infancia vivida.
A medida que fuimos creciendo, especialmente en la segunda mitad de los años ochenta, comenzamos a quebrantar la orden de no salir a la calle y nos empezamos a relacionar con algunos pibes de la cuadra donde vivíamos o de cuadras cercanas, como ser el caso de Javier Solis, que vivía en la esquina de las calles 854 y 892 o los chicos que eran  los dueños del ovejero alemán que un par de veces se trenzó en salvaje pelea con Bobi, nuestro perro mestizo, mucho más pequeño que su rival. 
Esa "ruptura" o distancia que se aprecia en los vínculos con nuestros padres a partir de la segunda mitad de la década del 80 tiene una estrecha relación con la adolescencia que comienza a manifestarse, primero en mi por ser el mayor y luego en Rubén, a través de una mayor independencia y de ciertas actitudes rebeldes, propias de la edad.
Eso fue así porque en el año 1985 comienza mi etapa de escolaridad secundaria. Al año siguiente será el turno de Rubén.
Durante cinco años asistiré, siempre en el turno mañana (salvo a las clases de taller y a las de educación física, a las cuales asisto por la tarde), a la "Escuela de Educación Media n°2 Don Luis Piedrabuena" de San Francisco Solano.
Iniciar esa etapa de mi vida implicó encarar nuevos desafíos, aprendizajes y adaptaciones. No sólo se trataba de tener muchas más materias escolares que en la primaria, con sus correspondientes docentes. Comencé el primer año de la secundaria con nuevos compañeros que no conocía. Solo dos compañeros varones de séptimo grado también estaban en el turno mañana del Piedrabuena, pero recién volveríamos a ser compañeros de aula en tercer año(Alfieri) y en cuarto año(Lombardo).
Mucho de lo relacionado a mis amistades, mis fracasos amorosos y los vínculos con mis padres y hermanos, además de un panorama de la situación política, económica y social en aquellos años de estudiante secundario aparece detallado en mi libro Memorias de Aquel Tiempo Adolescente en San Francisco Solano (1982-1989).
Trataré aquí de mencionar algunos aspectos centrales de esos años que no pueden dejar de ser mencionados, valorados y/o reinterpretados.
Los años de la adolescencia son cruciales en los procesos físicos, cognitivos y emocionales que terminarán por delinear la personalidad madura de un adulto.
En lo que a mi respecta debo decir que mi adolescencia transcurrió dentro de una familia que muchas veces pareció un barco en altamar, azotado por olas y tormentas que pretendían hundirlo, pero que, finalmente, llegó a buen puerto.
Fueron años duros en lo económico. La fábrica donde trabajaba mi papá a pesar de cambiar varias veces de dueños comenzó a experimentar altibajos en su producción, con picos descendentes que cada vez se hacía mucho más difícil remontar. Esa situación precaria e inestable provocó que mi mamá tuviera que salir a trabajar en casas de familia de la capital federal o del conurbano bonaerense. 
Pero hubo otra gran cuestión que progresivamente fue desgastando la relación entre mis padres, en primer término,  y luego, en las décadas siguientes, entre mi padre y algunos de sus hijos. Es lo que he dado en llamar el "demonio" que perseguía y hostigaba a mi viejo: el consumo desmedido de bebidas alcohólicas, preferentemente vino.
Según anécdotas que llegaron a mi por las investigaciones realizadas para redactar la historia familiar mi viejo luchaba con ese demonio desde su juventud. Hubo períodos que lo tuvo bajo control. Pero también muchas etapas donde perdió la batalla.

En 1985 aún sobrevivían en el ánimo de la sociedad argentina importantes niveles de esperanza y euforia nacidas con lo que se dio en llamar "la primavera alfonsinista". Esto no era otra cosa que el surgimiento de renovados sentimientos democráticos por las expectativas que generaba un presidente elegido por el voto popular que sostenía, firmemente convencido, que "con la democracia se come, con la democracia se cura, con la democracia se educa", es decir que por el solo hecho de existir la democracia solucionaría los graves problemas heredados y las grandes cuestiones políticas, económicas, sociales y culturales.
Si bien nuestra casa no experimentó en esos años muchos más cambios edilicios, de los ya mencionados, hay que destacar que mis padres pudieron cambiar el viejo alambrado que daba a la calle por unas rejas altas, uno de los "sueños" de mi madre. Además pudieron renovar muebles y electrodomésticos, como ser las camas encimadas, la cocina o el televisor: el viejo Panasonic, blanco y negro, fue reemplazado por un Telefunken a color, ¡toda un Revolución tecnológica y cultural!

"La amistad es, seguramente, junto con el amor, uno de los sentimientos que más impacta en todo adolescente. La existencia, en nuestro tiempo de estudiante, giran en torbellino permanente, teniendo a la amistad y el amor como ejes principales, a veces absolutos. 
Entre aquellos compañeros, que luego veremos, se irían perfilando algunas amistades resistentes al paso del tiempo" (Memorias de aquel tiempo adolescente ...; obra citada).
Dentro de los compañeros de aquella división de 1ro 12, en 1985, se destacarán los que más años compartimos vivencias, dentro y fuera de la escuela: Gustavo Tupone, Miguel Ángel Cáceres, Elvio Giménez, Carlos Benítez y Raúl Gallardo. Algunos vivían en Solano, otros en Claypole o en La Florida.
En lo que respecta al personal docente hubo varias profesoras y otros tantos profesores que tuve durante varios años, como ser el caso de Leonor Vernazca, profesora de Lengua y Literatura que al poco tiempo fue designada Directora de la escuela, Daniel Unchalo, profesor de Contabilidad, Mecanografía y Estenografía, sin duda uno de los docentes más apreciados, por su carisma y "buena onda" con los alumnos, pero a la vez exigente  y de esos docentes que aconsejan y te dan un panorama "realista" de lo que ocurre en la vida diaria.
Muchos años más tarde, después de su fallecimiento, supe que había sido compañero de aula, en los últimos años de la segunda promoción del colegio, de mi tío Alberto "Tito" Díaz y muy amigo de mi tía Eva (de la primera promoción) y de mi tío Luis Díaz, a quienes les vendió su casa en La Florida en los primeros años de la década del ochenta.
Nélida Colatruglio, en Contabilidad e Italiano, también fue una profesora muy querida. Una de mis compañeras, Gabriela Colatruglio, era su sobrina. Lamentablemente también falleció no hace mucho tiempo atrás.
Las hermanas Lata Sánchez, Crava, Fath, Peza, Pediconi, Levoratti y muchos más también fueron docentes amados, temidos y admirados por tantos años de carrera en la institución. Fueron pieza clave en mi formación como alumno y como persona en esa etapa de la adolescencia.
En 1986 con la fusión de los sobrevivientes de dos primeros años de 1985 se crea el 2do 6ta. La incorporación de tres nuevos compañeros: José Luis Moyano, Sergio "Pacha" Rodríguez y Roberto "Lola" Esquivel será fundamental para incrementar el grupo de amigos donde buscaré refugio y compañía cuando sea necesario sobrellevar los fracasos y sinsabores de mis amores no correspondidos o de los conflictos en el seno familiar.

"La obtención de la Copa Mundial de Fútbol en México ’86 fue sin duda una de las mayores alegrías de la década y, como suele ocurrir en nuestro país, para muchos fue un logro que trascendió lo meramente deportivo para convertirse casi en una victoria del ser nacional, donde incluso el triunfo de nuestra selección de fútbol sobre la de Inglaterra, con aquellos dos goles memorables de Maradona, representaron una revancha por la derrota militar en Malvinas".(Memorias de aquel...; obra citada)

La incorporación más relevante a la división de 3ro 4ta, en 1987, será la de Gabriel Alfieri, quien ya ha sido mencionado como uno de los compañeros más inteligentes que tuve en los últimos años de la escuela primaria. Un buen pibe, sencillo, tan o más tímido de lo que yo era, de condición económica muy humilde, lo que seguramente permitió establecer entre nosotros una sincera amistad, aún teniendo bien presente que así como en séptimo grado fue el único que podía disputarme el honor de ser el abanderado, en el último año de la secundaria también pasaría lo mismo. 

Durante varias etapas de mi vida me preocupé por llevar adelante una especie de diario personal. El proyecto qué más tiempo se mantuvo con cierta constancia fue el que escribí entre mediados de 1987 y casi finales de 1989. Puede decirse que esa iniciativa, junto a la de registrar en unas hojas de carpeta los nombres de todas las compañeras y de todos los compañeros que tuve en mis cinco años de estudiante secundario, son un fuerte indicio que ya comenzaba a tener la actitud y el razonamiento de alguien interesado en el saber histórico. 
De los datos registrados en ese diario, con la simpleza y la crudeza que emana de lo escrito cotidianamente, casi sin filtros, van surgiendo frustraciones, miserias, contradicciones y conflictos personales, familiares y sociales. Pero, claro está, también es posible hallar bondad, amor, lealtad y esperanza en los profundos lazos de parentesco con los familiares y de "hermandad" entre el grupo de amigos. 

Por ese entonces los gobiernos democráticos tenían una duración de 6 años.
Sin embargo, 1987 señala el inicio del fin del gobierno de Raúl Alfonsín.
"Las alegrías y esperanzas de una sociedad que había comenzado a movilizarse activamente a través de la entusiasta participación política y cultural que impulsó la "primavera alfonsinista" comenzaron a mutar a medida que la coyuntura política, económica y social se imponía con frialdad y crudeza. 
En efecto, será a partir de 1987 que se hace cada vez más notorio un deterioro de los índices económicos y sociales, a la vez que se advierte la 
impotencia del gobierno de Alfonsín para recuperar la iniciativa y resolver los acuciantes problemas que la realidad impone.
Es cierto que el gobierno debió enfrentar reclamos y presiones de diversos sectores agrupados en corporaciones, tales como cámaras empresarias, sindicatos y militares, o incluso ciertos sectores eclesiásticos, que fueron debilitando con 
su accionar la autoridad presidencial ante el conjunto de la sociedad".(Memorias de aquel...; obra citada).
Si bien hubo importantes logros en los primeros años de la gestión radical, como ser la creación de la CONADEP, que brindó contundentes pruebas de las atrocidades cometidas por los militares durante la última dictadura, y el Juicio a Las Juntas Militares, no pareció haber un programa coherente de gobierno que se alejara del mero voluntarismo. Ciertas claudicaciones referidas a los derechos humanos , los desaciertos en materia de política económica y la torpeza política para encarar determinadas reformas estructurales derivaron en los levantamientos o sublevaciones de algunos sectores militares, la gran cantidad de paros nacionales organizados por la CGT y los saqueos a comercios, junto al incremento de las protestas sociales por una hiperinflación descontrolada y una actividad económica en caída libre, aceleraron la entrega anticipada del poder presidencial a manos del peronista Carlos Saúl Menem.