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No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

14 ago 2021

PARTE UNO. Capítulo cuatro: 1980-1989, parte C


En aquel año de 1987 comienza a surgir y desarrollarse el mayor de mis sentimientos amorosos por una compañera de división. Su nombre: Miriam Ramírez, una de las chicas más lindas de la escuela. Comencé a dejarle cartas en su carpeta e ingenuamente seguí enviándole por intermedio de algún amigo. Prácticamente un año se prolongó mis intentos de hacerle saber que yo estaba loco de amor por ella, pero era tanta mi timidez que nunca me animé a decírselo personalmente. Si ella me hubiese hecho saber que no tenía la menor intención de darme una oportunidad yo habría dejado de molestarla. Pero su silencio me daba aliento y esperanza de seguir escribiendo cartas de amor. ¡Quizás fui el último tonto enamorado del mundo en escribirlas!
Ya iniciado el ciclo lectivo de 1988 volví a escribirle pero finalmente el 24 de junio me hizo saber que quería verme solo para decirme en la cara que yo no le interesaba, que dejara de molestarla. Así lo hice y aquella negativa saliendo de sus labios representó mi segundo gran amor no correspondido.
Ese año, 1988, puede considerarse uno de esos años especiales que marcan un antes y un después en nuestras vidas.
A lo recién mencionado sobre mi fracaso en los intentos de conquistar el corazón de la chica que me gustaba, debe sumársele las vacaciones de casi 30 días que pasé junto a mis padres y mis hermanos en Aguilares, Tucumán. 

Por la gran carga emocional que implica todo lo concerniente a dicho viaje a Tucumán en Enero de 1988 publicaré íntegramente lo que escribí en mi diario personal el día lunes 22 de Febrero, un día después de nuestro regreso a Buenos Aires:

"Ayer regresamos de Tucumán. De vuelta estamos en Bs. As.
Fueron unas hermosas vacaciones.
Llegamos a San Miguel de Tucumán a las 13 hs. Afuera de la estación del ferrocarril encontramos 
al tío Miguel y a la tía Lidia (hna de mi papá), quienes nos llevaron en el auto a la ciudad de 
Aguilares, donde vivió mi viejo cuando era pibe.
La casa de mis tíos está ubicada en una esquina, a una cuadra y media de la casa de mi abuelo, 
donde vivió mi papá cuando chico. Las primeras noches dormimos en lo del Abuelo pero la 
mayoría de las noches mis hnos y yo dormimos en la casa del tío.
Desayunábamos, almorzábamos y cenábamos allí. A veces tomábamos el café con el abuelo. Él 
almorzaba con nosotros. Leía el diario -La Gaceta- y se quedaba a comer.
Los familiares que tenemos en Tucumán, además del abuelo Pedro, el tío Miguel Pastorino y la tía 
Lidia, son: mi primo Tomy, mis primas Graciela, Mirta, Norma y Patricia. Tomy se separó de su 
primera mujer y se casó con otra, que es a la vez hna de Jorge, el marido de Mirta, y tiene una hija 
nacida el 9 de noviembre del 1987. Viven en la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Con mis tíos viven Graciela, su marido Javier y sus cuatro hijas: Soledad (Agosto 1980), Lorena (2 
de Abril de 1982), Lourdes (1984) y Luciana, que nació el 9 de diciembre de 1987.
Norma es soltera, pero tiene novio y vive en la capital con unas amigas de la facultad.
Mirta tiene dos varones y una nena y está esperando para mediados de año. También viven en la 
ciudad capital de la pcia.
Patricia, nació el 19 de enero de 1965 y vive con sus padres.
Nos divertíamos jugando con Patricia, con las nenas, escuchando la radio, mirando la tele, 
andando en bicicleta, que era de Patricia. Íbamos al río. Caminamos por Aguilares. Fuimos al corso, 
por los carnavales y vivíamos constantemente alegrados por la simpatía de Javier.
Varias veces fuimos al río Medina y en las partes centrales la arena formaba "islas". El agua estaba 
hermosa.
Un día fuimos en el auto a Cochuna, un río en los cerros donde había muchas piedras. Antes de 
volver subimos con mi papá, Patricia y mis hnos a un cerrito lleno de vegetación: ¡cómo nos 
reímos!
Al otro día fuimos al río que pasa por Aguilares pero cinco kms más arriba y ya había muchas piedras. Trajimos algunas de recuerdos. El paisaje es indescriptible.
Una tarde fuimos a Santa Ana, ciudad del sur tucumano, donde, según contaban, existía El Familiar, perro que en realidad era el diablo.
En la casa también jugamos al pin-pon. Un día nos contaron los distintos hechos extraños que 
ocurrían en la casa años atrás, relacionados con fantasmas y esas cosas; pero luego de hacer pintar 
la casa ya no ocurrió nada más.
El viernes 19 se largó una tormenta por la noche y al otro día nos íbamos. Dormimos nuestra 
última noche allí. Al día siguiente amaneció bien. Nos levantamos a las 7 hs, desayunamos y 
fuimos para la casa del abuelo para prepararnos: las valijas, nuestra ropa. Luego fuimos al tío. 
Todo estaba listo. Yo grabé en un casete unas canciones de Palito y antes de venir, Rubén, Ale y 
yo, nos despedimos sencillamente diciendo "chau" en el mismo casete.
Llegó la despedida. Javier, Graciela, Lorena. Y cuando quise dar un beso a Lourdes dio un grito, 
¡pobrecita!, estaba muy triste. Estoy seguro que a mi fue a quien tomó más cariño ya que siempre 
jugábamos juntos.
El adiós al abuelo, que ya tiene 80 años. El adiós a la casa, al barrio, a la ciudad de Aguilares.
En todos los ojos brotaron las lágrimas; en algunos más que otros. Yo me decía "vamos Edy, vos podes aguantar" y lo hice. Soledad, que nos acompañó junto con Patricia, tampoco lloró. Mis padres, Rubén y Javi lloraron.
Nos fuimos a las 11hs. Mientras viajábamos a la capital contemplaba los cerros. Antes de ir a 
Tucumán nunca había visto montañas personalmente.
Cuando llegamos a la ciudad fuimos a la casa de Tomy. Comimos asado y después fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Conocimos la casa de José Colombres pero cuando salimos se largó una tormenta. Pasamos por la Casa Histórica de Tucumán y volvimos a lo de Tomy. Nos cambiamos. La tormenta cesó un momento y fuimos para la casa de Mirta. Conocimos al marido. Tomamos unos mates con bizcochuelo; pero como la tormenta estaba ya muy fuerte nos fuimos a la estación del tren.
El tren salía a las 20hs. Acomodamos el equipaje y nos sentamos. A las 8 menos cinco comenzó la despedida...y nuevamente las lágrimas. Era lógico; pude soportar una vez más.
La lluvia había calmado pero el tren se demoraba en salir. Entonces mi papá le dijo al tío que se 
podían ir, antes que comenzara a llover más fuerte y así lo hicieron. ¡Hasta siempre!
Las sospechas se confirmaron. Minutos más tarde llovió con todo. Parecía que Tucumán quería 
retenernos. Por fin, a las 21.15 hs, el tren comenzó su andar; despacio, pero ya era algo.
En un viaje de menor calidad que el primero llegamos a Bs. As. con tres horas de retraso".

Finalmente, en 1988, en la División 4to 1ra, Turno mañana del "Piedra" comienza a gestarse un extraordinario grupo de amigos que alcanzará su apogeo al año siguiente, en nuestro último año de escolaridad secundaria en el Piedrabuena de San Francisco Solano. 
"Los varones del curso sumaban 18: Giménez Elvio, Cáceres Miguel Ángel y Gustavo Tupone ( los únicos tres que me acompañaban desde 1ro 12), Esquivel Roberto, Moyano José Luis y Sergio Rodríguez (compañeros desde el 2do 6ta del 86), Gabriel Alfieri, González Alejandro (compañeros desde el 3ro 1ra del 87).
Los que se incorporaron al grupo de 4to 1ra, provenientes de otros 3ros fueron: Abalos Gabriel, Díaz Julio, Fernández Manuel, Jager Leonardo, Kobal Oscar, Lebrand Pedro, Lombardo Adrián, Perchivale Rafael y Roth Marcelo.
Si bien es cierto que varios de los mencionados no estuvieron en 1989, porque repitieron el año, continuó el contacto frecuente con ellos lo que permitió estrechar los lazos de amistad. 
A muchos de los últimos incorporados ya los venía tratando desde el año anterior, en los recreos o en las clases de Educación Fisíca.
Gabriel Abalos vivía a varias cuadras del otro lado de la Monteverde. No obstante ello su casa se transformaría en varias oportunidades en punto de encuentro para celebrar la amistad de aquel grupo de chicas y chicos. 
Era un pibe sencillo, humilde y generoso. Uno de los varios que jugaban muy bien al fútbol. Sin duda fue una de las mayores tristezas el hecho que no pudiera pasar a 5to año.
Con "Fita" Perchivale Y "Manolo"( o “Gallego” ) Fernández se ampliarían los compañeros que vivían más allá de la Av. San Martín. Fita no terminaría 5to con nosotros sino en el 5to pedagógico.
Leo y Pedro vivían cerca entre ellos y cerca del colegio, en la zona de la calle 850 y las cercanías a los terrenos del ex ferrocarril de Solano. Ambos llegaban, junto con Oscar, como un grupo compacto e independiente del resto de los nuevos compañeros, situación determinada sin dudas por el hecho de ser alumnos repetidores.
Sin embargo, tal condición no fue impedimento para la plena integración al resto del grupo, que, a decir verdad, a principios de 4to año estaba en proceso de reconocimiento y configuración de un nuevo y, en cierto sentido, definitivo grupo de amigos.
Oscar vivía en la calle 880, a unas cuadras de la 844, en La Florida. Era uno de los pibes más altos del curso, de poderosa voz y gran carisma. Sin duda fue uno de los líderes del grupo de amigos.
¿Qué decirles de Adrián Lombardo? Uno de mis mejores amigos de la escuela primaria, ahora volvíamos a reencontrarnos en 4to año. Era el que más cerca vivía de la escuela, en la esquina de 895 y 843, por lo que su casa fue convirtiéndose en el bunker donde solíamos reunirnos. 
Julio Díaz, el "salteño", otro de los que jugaban muy bien al fútbol, estaría solo en 4to conmigo ya que regresaría a su provincia.
Marcelo Roth vivía en la calle 837, entre las calles 894 y 893, a unas cuadras de la escuela. De los más altos del curso, delgado y rubio, Marcelo fue otro de los que se destacaban jugando muy bien al fútbol y que había pasado por las inferiores del QAC (Quilmes Atletic Club)”.(Memorias de aquel tiempo...; obra citada).
El prolongado conflicto entre el gobierno y los docentes hizo que las clases recién pudieran comenzar más de treinta días después de la fecha establecida en el calendario escolar.
En esos dos últimos años de estudiante secundario, ya bastante recuperado anímicamente del rotundo fracaso de conquistar el corazón de Miriam, volví a insistir en la búsqueda del amor de un par de compañeras. Pero mientras varios de mis amigos ya se mostraban junto a sus novias, dentro y fuera de la escuela, yo terminé el secundario sin saber que era eso del "noviazgo".

1989. Año complicado en la historia de nuestro país y crucial en la vida de un grupo de alumnos del Piedrabuena de San Francisco Solano. Finalmente mis compañeros y yo llegábamos a 5to 1ra, 
el último año de la secundaria, del que egresaríamos con el título de Bachiller Contable.
Lamentablemente, al inicio de ese año tuvimos importantes pérdidas de compañeros que ya no estarían con nosotros, porque habían repetido el año, o se habían cambiado de colegio o, incluso, como en el caso de Fita, se habían cambiado a la otra especialidad  que enseñaba la escuela: Bachiller Pedagógico. 
Los compañeros que no fueron parte del 5to 1ra de 1989 fueron Leo, Pedro, Gabriel, Julio, "Lola" Esquivel, González y el ya mencionado "Fita".
Como las actividades de Educación Fisíca las hacíamos junto con los varones de 4to 1ra se fue dando un vínculo especial entre varios de ellos y mis compañeros de curso. De tal modo que, mi hermano Rubén, mi primo Walter y sus compañeros Roberto y Claudio "pingüino" Carranza, pasaban más tiempo con nosotros que con sus propios compañeros.
Más curioso aún fue que Eduardo, el "Polaco", un vecino de Oscar y Ariel Lujan, hermano de Iris, la novia de "H", también fueran parte de nuestro grupo, aún siendo ellos dos compañeros entre sí y más chicos que nosotros.
En los cinco años de mi escolaridad secundaria sólo me llevé 3 materias. Ninguna de ellas a instancias evaluadoras en el mes de Marzo. Para lograrlo tuve que obtener muy buenas calificaciones, aunque sin tener  10 en todo como podría suponer quien se entera que fui el abanderado del colegio en varias oportunidades.
Al igual que en el séptimo grado de 1984, en el quinto año de 1989 se decidió por votación de los alumnos quienes serían el abanderado y sus escoltas. Si el criterio para elegirlos se basaba estrictamente en el rendimiento escolar está claro que ese no fue el único que tuvieron en cuenta mis compañeros al momento de votar por quien debía ser el abanderado del curso. 
Es cierto que siempre tuve cierta "facilidad" para el estudio. Pero también fui un alumno que se preocupaba por mejorar sus mini resúmenes o "machetes", alguien que obtuvo muchas veces pésimas calificaciones o también alguien que fue sorprendido copiándose. Esto sin duda contribuyó a que buena parte de mis compañeros no me considerasen un "sabelotodo" o un "tragalibros". Lo cierto es que ese día de la votación, por una mínima ventaja de uno o dos votos, fui elegido el abanderado. 
Ser el encargado de sostener la bandera nacional en los actos escolares representaba para mí un gran orgullo. Y curiosamente también lo era para el grupo de compañeros varones. Así me lo hicieron saber cuando evitaron que yo me presentara junto con ellos en la Dirección del colegio para dar explicaciones de porqué habían estado tomando vino en el baño de la institución escolar:
"Después, en la hora de matemáticas llegó Abril y se dirigió a los varones del curso: preguntó quienes querían ir (a la Dirección) a hablar en especial del asunto. Yo iba a ir (llegué a levantarme de mi silla) pero Oscar me dijo que me quedara. 
Fueron Marcelo. Gustavo, Manolo, Pacha, Oscar y Adrián. Luego me enteré que sólo les habían hecho jurar que lo ocurrido no volvería a pasar. Marcelo, Adrián, Oscar y Gustavo me dieron a entender que no querían que vaya yo con ellos a la Dirección porque...¿qué iban a pensar? ¡El abanderado es un borracho!. Todos pensaron en mi. ¡Qué grandes amigos tengo!".
(Memorias de aquel tiempo...;obra citada).

En los primeros días de Octubre de 1989 concurrí a las instalaciones del Distrito Militar La Plata para los exámenes de salud previos a la realización del Servicio Militar Obligatorio. Por el número alto que me había tocado en el sorteo realizado ese mismo año era casi seguro que haría "la colimba" en el ejército.
Sin embargo, "casi un año después de aquellas revisiones médicas en La Plata, las autoridades militares sellaron mi DNI certificando que ya no sería llamado para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio. Era tan escaso el presupuesto militar, por los efectos de la crisis económica, que muy 
pocas personas hicieron la Colimba en esos años. Pocos años después el Servicio Militar Obligatorio dejó de existir.
Una anécdota que vincula esos días que tuve que ir a La Plata con la situación económica del país y de mi familia es que estaba muy delgado, con 50 kg de peso, o quizás un poco más. Y en teoría si pesabas menos de 50kg no podías ser conscripto.
Unos meses después de esos viajes a La Plata finalizaron las clases. Llegaron las fiestas de 
despedida, la entrega de medallas y/o diplomas y el adiós definitivo a una etapa dorada de nuestra adolescencia en San Francisco Solano". (Memorias de aquel tiempo...; obra citada).