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No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

5 ago 2021

PARTE UNO.Capítulo Uno: 1970-1979

En la Argentina, durante los años setenta, solo vivimos en democracia entre los años 1973 y 1976. Los militares, con Juan Carlos Onganía como presidente de facto, venían gobernando desde el año 1966, luego de haber derrocado al gobierno democrático de Arturo Illia .
En realidad los golpes militares en nuestro país se iniciaron en 1930 cuando fue desalojado de la Casa de Gobierno el presidente Hipólito Irigoyen. 
Pero lo novedoso con respecto a los golpes militares acontecidos a partir de 1955 fue, además de las ya conocidas ideologías liberal y proimperialista, su sesgo netamente antipopular y antiperonista, derrocando a los gobiernos elegidos por el voto de la ciudadanía como lo fueron los de Perón, Frondizi e Illia o a través de los autogolpes, dónde ciertos dictadores eran reemplazados por otros por haber perdido el apoyo de los sectores que daban sustento a su autoridad. 
Onganía será el primer presidente de facto de la "Revolución Argentina". Sus intenciones de permanecer por tiempo indefinido en el gobierno se verán seriamente afectadas por las consecuencias derivadas del Cordobazo y del asesinato del General Aramburu a manos de la agrupación Montoneros. Estos sucesos son una contundente muestra de lo convulsionados que fueron aquellos años por el incremento de la protesta y la militancia social y política de estudiantes, obreros y distintas agrupaciones civiles como así también la violencia social y política de organizaciones dispuestas a enfrentar con las armas la represión y coerción de las fuerzas militares argentinas. 
Onganía será reemplazado por Levingston, un militar casi desconocido para la sociedad argentina, quien pretende profundizar la "Revolución Argentina " , a pesar de no ser esas las instrucciones de los altos mandos militares que lo han instalado en la Casa de Gobierno desde junio de 1970. Nueve meses más tarde será destituido por un autogolpe de Estado, en marzo de 1971, siendo el general Alejandro Agustín Lanusse el designado para encabezar la nueva etapa golpista. 

El 5 de noviembre de ese año, 1971, es el día de mi nacimiento en el hospital Fernández de la Capital Federal . Mis padres, Juan Carlos Díaz (Pocho) y Bernarda Martínez (Berna) viven en San Francisco Solano, una localidad perteneciente al Partido de Quilmes, en el sur del conurbano bonaerense; pero llegado el momento del nacimiento de sus hijos decidirán que acontezca en hospitales públicos porteños. 
El día 3 de Mayo de 1973 nace mi hno Rubén Leonardo Díaz, también en el hospital Fernández. El día 27 de Julio de 1975, en el hospital Rivadavia, nace un nuevo hermano, Jorge Alejandro Díaz y el día 3 de Mayo de 1977 nace el último de mis hermanos, Javier Martín Díaz, nuevamente en el hospital Fernández. 
Durante los primeros años de la década mis padres, mi hermano Rubén y yo vivimos en algunas casas de parientes, como ser las de mi tío Luis (Lucho), hermano de mi papá o en la casa de mi tía Julia, hermana de mi mamá. 
En 1973 mi papá consigue trabajo en Fernández y Campo, una fábrica en el barrio porteño de Barracas, donde se elabora cartón corrugado. El 25 de Febrero de 1974 nos instalamos en el terreno que mis padres compran en cuotas a la empresa loteadora Tulsa S.A., ubicado en la calle 854, entre las calles 893 y 892. La casilla que será nuestra primera vivienda había pertenecido a mi abuela Juana Torino y hasta entonces se encontraba instalada en el terreno de Luis Díaz, en la calle 892, entre las calles 847 y 848. Mi abuela Juana había fallecido el 3 de julio de 1972. Su hijo mayor, Salvador, quien ya vivía con su madre en la casilla, continuará viviendo un tiempo más en ella luego de la muerte de su madre. Pero finalmente decide mudarse a la casa de su hna Mercedes ( Mecha) y colabora con gran entusiasmo para reinstalar la humilde vivienda en el terreno de su hno Pocho. 
Aquella acción seguramente fue determinada por su mudanza a lo de Mecha, pero también pudo haber sido una expresión de gratitud hacia mi padre porque éste había facilitado su ingreso a la papelera de Barracas. 
La existencia se muestra en tan breve tiempo con sus extremos de dolor y regocijo, de esperanza y de incertidumbre por los tiempos que viven y por los que vendrán. Así como 1972 y 1975 representaron años de gran dolor para la flia por los fallecimientos de Juana Torino y Salvador Díaz, respectivamente, en los años intermedios a los mencionados se darán los nacimientos de Rubén y Ale, el conseguir un trabajo estable que lo alejó a mi padre de las changas y la desocupación y la mudanza a un terreno propio. 
En 1973 Juan Domingo Perón ha regresado definitivamente al país luego de largos años de exilio. Las maniobras electorales ideadas para impedir su candidatura a presidente no logran impedir un rotundo triunfo del partido Justicialista y sus aliados. Cámpora , un leal "soldado" de Perón, es elegido presidente de la Nación. Desde la década anterior en la sociedad argentina se están desarrollando profundos y turbulentos movimientos sociales, políticos y culturales. Muchas son las causas y no siempre puede vislumbrarse qué consecuencias tendrán. En parte podría considerarse como un enfrentamiento generacional, donde los sectores juveniles, más inclinados a una rápida asimilación de los cambios, parecen encarar una radicalización de sus maneras de vivir la existencia. Naturalmente, han de chocar con la resistencia de los sectores más adultos y conservadores. 
La proscripción del peronismo atraviesa toda la década del sesenta, donde distintas organizaciones juveniles, estudiantiles, políticas y sindicales, y desde posiciones ideológicas enfrentadas, tendrán como prioridad absoluta lograr el regreso del líder. También estarán los sectores "burócratas" del sindicalismo, más proclives a pactar con el poder militar, que pretenden un "peronismo sin Perón". Los militares, con su obsesión de impedir el regreso del peronismo al poder, desarrollarán políticas esencialmente violentas y represivas sobre el conjunto de la sociedad, aunque repercutirán sobre todo en los jóvenes, en los trabajadores y en las clase media-baja. Siendo éstos últimos sectores los que reclaman mayores niveles de libertad, de creatividad y de participación política y ciudadana, fuertemente influenciados por los movimientos de liberación política y cultural que se observan en muchos países, además del triunfo de la Revolución Cubana, donde una pobre y pequeña nación se enfrenta victoriosa al poder imperial de los Estados Unidos y donde además participa activamente nuestro compatriota Ernesto "Ché" Guevara, serán determinante para que una considerable parte de la sociedad experimente la radicalización ideológica hacia tendencias de izquierda; esto es, al socialismo. De allí que muchas agrupaciones consideren viable la opción de la lucha armada contra el poder emanado desde el Estado, encarnado en las autoridades militares. 
El propio Perón, con un sigiloso y arriesgado juego pendular, sabrá sacar provecho del amplio espectro ideológico que atraviesa el movimiento peronista, para desgastar, al régimen militar. Desde el exilio el líder justicialista endulzará los oídos de los sectores más revolucionarios, enalteciendo su accionar como una valiosa estrategia para que el peronismo se constituya en vía natural para lograr un socialismo nacional. Sin embargo, Perón, ya de regreso en el país y con 78 años de edad, tiene otro pensamiento político, económico y social, decididamente alejado de toda revolución socialista y comienza a ver con desagrado que la tendencia de izquierda influya cada vez más sobre Cámpora. Por eso pide la renuncia del presidente y del vicepresidente para allanar su regreso a la Casa de Gobierno. 
Realizada una nueva elección nacional la fórmula Perón-Perón arrasa con más del 63 por ciento de los votos. En octubre de 1973 Juan Domingo Perón asume por tercera vez la máxima magistratura de la nación. Sólo llegará a gobernar hasta mediados del siguiente año. El 1° de Julio de 1974 fallece uno de los mayores líderes políticos del siglo XX. Son días de profunda consternación popular y de gran incertidumbre por los amenazantes nubarrones de conflictividad social y política que cubren una vez más a la Patria.

La casilla que había pertenecido a Juana Torino y su hijo Salvador Díaz, ahora instalada en la mitad de la propiedad de mis padres, contaba con solo dos habitaciones. Sus paredes eran de madera y su techo de un cartón color negro. No recuerdo algún tipo de piso de material en la pieza dormitorio. En la cocina comedor el piso fue de tierra un buen tiempo. Lo recuerdo porque una vez se volcó el contenido de un balde y terminó formando barro. La puerta era también de madera y tenía dos o tres ventanas, no muy grandes, con hierros cruzados que terminaban formando rombos. El baño se encontraba en uno de los rincones, en el fondo del terreno y era una construcción muy precaria, con piso y paredes de maderas. No teníamos inodoro , solo un agujero en el piso de maderas que nos separaban del abismo. 
Cuando nació Alejandro la casa no había cambiado mucho, aunque él era quien mejor dormía porque nadie más le disputaba una porción de espacio dentro de su cuna. 
Algunos recuerdos muy lejanos de aquella vivienda, en esos primeros años que la habitamos, me traen los sonidos del silbato y el pesado andar del ferrocarril pcial que pasaba por la Estación de Solano para ir hasta Avellaneda, La Plata y otras localidades del interior de la pcia de Bs. As. Un transporte público tan importante en la Historia de nuestra localidad y tan significativo para los primeros pobladores y las masas de trabajadores que viajaban en él diariamente merecía un mejor destino que el cierre definitivo de sus servicios de pasajeros sentenciado por la dictadura militar en 1977. 
Y si de ferrocarriles se trata, uno de los recuerdos más perdurables que atesora mi memoria es aquel viaje que mi flia, junto a las de varios de mis tíos, hiciera a fines de Diciembre de 1975 con rumbo a Tucumán porque días más tarde se produciría en Aguilares el casamiento de mis tíos Alberto Antonio Diaz (Tito) y Yolanda Graciela Atencio (Yola). 
Casi un vagón entero ocupó el total de familiares que realizó el viaje y una de las imágenes que conservo con mayor nitidez es que se había preparado todo para que los chicos pudieran dormir en el piso. Otra imagen nocturna ligada al viaje es ya en la casa de mi tía Lidia, luego que su esposo, Miguel Pastorino, nos trasladó en su vehículo desde la terminal de trenes en San Miguel de Tucumán hasta Aguilares. Concretamente recuerdo el alivio de sacarme unos duros zapatos que ya estaban lastimando uno de mis pies. En ese tiempo los niños frecuentaban el uso de zapatos desde muy pequeños. 
Conversando tiempo atrás con mi tío Domingo Antonio (Cacho) surgió el dato que aquel viaje a Tucumán ocurrió al día siguiente del ataque guerrillero a las instalaciones del Regimiento Viejobueno en Monte Chingolo. Recordaba mi tío al respecto que se había preocupado al ver tanto helicóptero y efectivos militares buscando a los subversivos. En ese momento él volvía a su casa en colectivo y si mal no recuerdo ese transporte también fue demorado por los soldados o la policía. Si tenemos en cuenta que ese intento de tomar el control del batallón por parte del ERP comenzó a las 20hs del 23 de Diciembre significa que el viaje en tren a Tucumán ocurrió el 24 de Diciembre. ¿Festejamos la Nochebuena en el trayecto para llegar a Tucumán el día de Navidad? Curiosidades de la historia familiar. 
Otros sonidos también llegan a mi desde aquellos años, ahora acompañados por las imágenes de un disco de vinilo y del tocadiscos que mi viejo había ganado en una rifa realizada en la fábrica. Se trata del disco "Por Siempre" de Palito Ortega, grabado en 1976. Curiosamente ese creo que fue el último disco de Palito que mis padres compraron, aunque en casa había varios de sus primeros long plays grabados en la década del sesenta; la mayoría de esos discos eran de mi mamá, pero mi viejo, siendo tucumano como "El Rey", los consideraba casi como propios y los llevaba para escucharlos en las fiestas donde se reunía la familia, especialmente en las de Navidad y Año Nuevo. 
 Aquel viaje a Tucumán de toda la familia que residía en el conurbano bonaerense, junto a la celebración del casamiento de Tito y Yola y todo el período que permanecimos en Aguilares en Enero de 1976 puede considerarse como la última gran experiencia familiar vivida en democracia. Dos meses después, el 24 de Marzo, el gobierno de Isabel Martínez de Perón llegó a su fin con un nuevo Golpe de Estado por parte de los altos mandos de las fuerzas armadas. 
Como ya se dijo párrafos atrás, Perón, en su tercera presidencia, decidió privilegiar su relación con los sectores más conservadores, con la ortodoxia peronista, considerados burócratas derechistas por sus rivales internos. La JP (Juventud Peronista), de clara orientación izquierdista radicalizó aún más su postura crítica frente al anciano líder y agrupaciones políticas que durante un lapso breve habían optado por la acción democrática ahora retornaban a la clandestinidad para enfrentar tanto a la derecha peronista como a las fuerzas militares, que todavía obedecían a la autoridad presidencial. Estrechamente ligado a esto, aún antes de la muerte de Perón, había comenzado el accionar criminal de la Triple A, organización paraestatal que obedecía directamente a José López Rega, el hombre que mayor influencia ejercía sobre el presidente y su esposa. 
Durante el mandato de Isabel la conflictividad política y social continuó aumentando y el gobierno otorgó a las fuerzas militares mayor capacidad represiva para enfrentar a las organizaciones subversivas. El intento de extraer armamento del Regimiento Viejobueno por parte del ERP y su enfrentamiento con el ejército que mencionamos anteriormente es un claro ejemplo de la grave situación que se estaba viviendo en el país. 
Cuando se produce el golpe de Estado que da inicio a lo que se denominó Proceso de Reorganización Nacional mucha gente se sintió aliviada por la concreción de un hecho que ya se consideraba inevitable. 
Sin embargo, muy pocos argentinos tomaron conciencia, en ese entonces y en los años que siguieron, de las reales dimensiones del daño causado por la dictadura militar, no sólo por las nefastas políticas económicas que afectaron el bienestar social y cultural de millones de argentinos. La represión ejercida en su afán de desarticular las organizaciones guerrilleras y destruir definitivamente al “enemigo interno” alcanzó niveles inéditos de perversidad sobre los derechos humanos a través de un accionar macabro que incluyó, entre otras prácticas, la desaparición, tortura y ejecución de miles de compatriotas. 

Con 6 años de edad, en 1978, inicié mi etapa de escolaridad primaria. Un breve tiempo en la Escuela n° 53, para luego concurrir definitivamente en el turno mañana de la Escuela n°32, ambas vecinas entre sí y ubicadas sobre la calle 844, una de las principales de la ciudad. Aunque, para ser sincero, en esos últimos años de la década del 70, San Francisco Solano aún no había sido declarada Ciudad. Eso ocurrió en el año 1981.
En lo que respecta a nuestra vivienda, comenzó a notarse importantes cambios, sobre todo a partir del año 1977, cuando nació el menor de los hijos de Pocho y Berna. Según me contó mi mamá, con el dinero otorgado por el gobierno por el nacimiento de mi hermano Javier, mis padres pudieron comprar las chapas de zinc para techar las dos habitaciones que mi padre, seguramente con ayuda de algunos de mis tíos, había levantado junto a la casilla de madera y chapas de negro cartón para ampliar la casa. Ya éramos 6 los integrantes de la familia y se hacía imprescindible la ampliación de nuestra vivienda. 
Entre los deportes predilectos de mi padre estaban el fútbol y el automovilismo. Su pegada al balón más prodigiosa era con "la zurda", algo que yo heredé, aunque sin su técnica ni destreza. Siendo casi un hincha fanático del Club Atlético River Plate fue casi un asunto genético (lo llevamos en la sangre) que sus cuatro hijos se hicieran también seguidores del Club de Nuñez. Mi madre, pobre, era la única que simpatizaba con Independiente, el club de Avellaneda. Bueno, ¡al menos no fue hincha de Boca Juniors! 
Mi hno Ale era el menos futbolero de los cuatro, pero aún así recuerdo que un tiempo lucíamos con orgullo los pantaloncitos negros y las camisetas con la banda roja cruzando el pecho, que incluso llegaron a tener en sus espaldas los números en cuerina de color negro. El patio que se había formado entre la casa y las rosas y claveles que mi madre tenía pegadas al alambrado frontal del terreno fue el lugar donde nuestro padre nos enseñó algunas técnicas y estrategias futboleras. Allí Javi pasaba a ser Reinaldo "Mostaza" Merlo, Ale se convertía en J. J. López, Rubén en Daniel Passarella y yo me transformaba en el Beto Alonso. Dicen los parientes que lo vieron jugar que mi padre fue un talentoso jugador de fútbol, quien mereció poder demostrarlo a nivel profesional. Mis hermanos y yo disfrutamos a pleno de sus gambetas y "picardías" en nuestro patio o en los potreros donde jugábamos con tíos y primos. 
Otro lejano recuerdo de la casilla y sus paredes de madera se relaciona con un gran póster donde se veía el logo oficial del Mundial de Fútbol que se disputó en Argentina en 1978, como así también el dibujo del nene gaucho, "la mascota" del evento deportivo. Aquel campeonato logrado sin duda representó para mí, un niño que aún no tenía 7 años de vida, la primera gran experiencia de alegría y victoria colectiva, la del pueblo argentino; gracias al seleccionado nacional y su equipo técnico la gente pudo salir a festejar en las calles, a pesar del crudo invierno, la obtención de nuestra primera Copa del Mundo. Y nosotros, en nuestra humilde vivienda, salimos al patio para gritar y agitar banderas argentinas. 
Cosa curiosa la de la memoria y su administración de ciertos recuerdos. Exactamente un año después del aquel histórico triunfo de la selección nacional en el partido final contra la selección de fútbol de Holanda, se jugó un partido amistoso en la cancha de River entre nuestra selección mayor y un combinado de jugadores extranjeros, varios de ellos de reconocida trayectoria internacional. Los visitantes se tomaron muy en serio el asunto y salieron a la cancha para jugar fuerte y neutralizar el juego argentino. El gol de Maradona no fue suficiente para revertir el resultado del partido. Ahora bien, el recuerdo de esa derrota había sido bloqueado en mi memoria hasta hace muy poco tiempo. Por el contrario, tengo más que presente el título logrado por la Selección nacional de fútbol juvenil en la Copa Coca-Cola realizada en Japón. El equipo argentino logró el campeonato al vencer 3 a 1 a la selección de la Unión Soviética en la final del certamen. Para ver esos partidos los argentinos debimos madrugar. Esto se debió a la amplia diferencia de usos horarios que existe entre Argentina y Japón. 
Con respecto al automovilismo, el levantarse de la cama, en ocasiones bastante temprano, para presenciar las carreras de la Fórmula 1 o las del T.C.(Turismo Carretera) se fue constituyendo en un verdadero clásico de los días domingo. Mi papá era el primero en estar listo para sentarse frente al televisor y a medida que se aproximaba el momento de la largada nos hablaba para preguntarnos si íbamos a verla. 
Así como en el fútbol , yo también tenía un ídolo en las carreras de la Fórmula 1: Niki Lauda, piloto austríaco que en 1976 protagonizó uno de los accidentes más impactantes de la historia automovilística cuando perdió el control de su auto, y luego de una espectacular colisión, se incendió rápidamente, lo que ocasionó graves quemaduras que casi provocan su muerte. Una anécdota que he narrado en Memorias de aquel tiempo adolescente en San Francisco Solano (Ediciones Encontrarnos; 2021) relata cuando la maestra en primer grado regaló una bolsita de golosinas que también traía un juguete muy pequeño en su interior. A mi me tocó un auto de Fórmula 1 con el n° 1. En la vida real, durante todo ese año 1978, tal número en su automóvil lo tenía el último campeón mundial: Niki Lauda. Luego mis padres tuvieron que comprarle un autito a cada uno de mis hermanos.