Hace unos días escribí en mi muro de Facebook un estado algo complejo, confuso diran algunos. Para ser una reflexion escrita por la mañana y a las apuradas, porque estaba llegando a casa y mi mayor anhelo era dormir algunas horas luego de una pesada noche laboral, puede llegar a ser considerada poseedora de alguna profundidad intelectual. Aunque también se podría pensar que carece de todo sentido o, como mínimo, que es una afirmación puramente superficial.
"Algo está pasando y no lo vemos...o no lo llegamos a entender en su real dimensión...o no nos importa"
Esa fue, más o menos, la reflexión que me hice y que quisiera desarrollar o ampliar aquí.
¿Algo está pasando? ¿Qué cosa es? ¿no lo vemos? ¿Entonces cómo sabemos que en verdad está ocurriendo? Aunque no percibamos directamente los movimientos de rotación y traslación de nuestro planeta sabemos que no estamos estáticos en un punto del universo: nos movemos. Nuestra existencia, ineludiblemente, implica movimiento, que algo acontezca.
No sabemos, generalmente, de que discuten y que se decide en los ámbitos de Poder, ya sea político, empresario, financiero, eclesiástico y un largo etc. Pero mucho de lo que acontece en nuestras vidas tienen estrecha vinculación con aquellas discusiones y decisiones de quienes ejercen una cuota de Poder.
Sucede entonces que gran parte lo dicho y hecho por las élites dominantes y los grupos de Poder está vedado no solo a nuestros ojos y oídos sino a toda nuestra capacidad de discernir. Ciertamente, no somos los únicos en esa situación. Bien se ha dicho que el Conocimiento es Poder. Tranquilamente podríamos sustituir el término "conocimiento" por "información/desinformación" y estaríamos hablando de lo mismo.
Sabemos que estamos inmersos en una crisis económica de importancia. Lo sabemos porque lo hemos leído, lo hemos visto y escuchado en la tv o en la radio, o por el comentario de alguna vecina. Màs de uno dirà que siempre vivimos en crisis, y tiene razón: se han hecho demasiado recurrentes, al punto de pensar que siempre han existido o que se hacen sentir de manera permanente.
Lo cierto es que durante distintos períodos de tiempo, y en diferentes sitios del planeta se experimenta ciclos críticos en la evolución o desarrollo de la actividad económica. Tales períodos de tiempo son de diversa duración y las crisis son de variada intensidad, pero, invariablemente, se llegarà a un momento donde la situación crítica se harà sentir con toda su furia. Así por ejemplo, hacia el año 29 o 30 del siglo XX, en los Estados Unidos, se llegó al pico màs alto de una crisis del sistema capitalista que venía generàndose desde mucho tiempo antes. Fue tal la magnitud y las consecuencias de la mísma que se prolongó por años, y hasta décadas, y se extendió a escala mundial.
Una de las tantas consecuencias de aquellas crisis fue que cobraron fuerza las teorías económicas que impulsaban una mayor y decidida presencia del Estado en la vida económica de las naciones, participación estatal que iba en detrimento del libertinaje accionar del Mercado. Podría decirse que esas consecuencias representaron todo un aprendizaje necesario para hallar respuestas a los cambios generados por la gran crisis capitalista del siglo pasado.
Sin embargo, si las lecciones no son aprendidas o interiorizadas correctamente, la formación de los individuos y, por extensiòn, de los pueblos, será débil, precaria y terminaran siendo manipulados e ignorados.
El liberalismo económico permaneció agazapado, esperando el momento oportuno para que sus teóricos dieran nuevas fuerzas al Mercado, apostando a un nuevo reinado absoluto de las Corporaciones y del capital especulativo. Si en Argentina, una mayor presencia del Estado y un fortalecimiento de la dimensión política, por sobre lo económico, se había dado principalmente con los gobiernos peronistas, ahora el retorno del Mercado al centro de la escena se daba en el contexto de gobiernos débiles o de dictaduras militares donde el liberalismo económico antipatria paulatinamente se iría transformando en el más salvaje neoliberalismo: era la Política supeditada a la economía, o mejor dicho a las Corporaciones dueñas del Mercado.
Cierto es que en los noventa los argentinos tuvimos un gobierno peronista, representado en la figura de Carlos S. Menem, quien fuera elegido presidente de la nación en dos oportunidades, 1989 y 1995, a través de elecciones democràticas. A la luz de lo que ya sabemos sobre los años noventa podriamos encarar un interesante ejercicio de reflexión y autocrítica: ¿se puede hablar de ignorancia o sabiduría de los pueblos a la hora de elegir a sus representantes? ¿o nada de eso tiene relevancia cuando en verdad se trataría de la deslealtad(traidores!) y/o la ineptitud(inútiles!) de los gobernantes elegidos?.
El gobierno peronista de los noventa fue salvajemente neoliberal, en línea con el modelo bendecido por las naciones del "primer mundo", aunque muchas de ellas, hacia adentro, practicaran un proteccionismo censurado a los paises periféricos.