BIENVENIDOS

No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

7 ago 2021

PARTE UNO. Capítulo Dos. 1980-1989, parte A


El período que transcurre entre los años 1980 y 1989 estuvo marcado por profundos cambios, a veces abruptos y otras veces no tan sencillos  de advertir, tanto en lo personal como a nivel nacional. 
Tales transformaciones afectaron aspectos físicos, emocionales y cognitivos de mi persona: dejé la niñez atrás para convertirme en un adolescente. 
Por otro lado, la sociedad argentina vivió esperanzadoras y traumáticas experiencias políticas, económicas y culturales que marcaron a fuego ese tiempo histórico. 
La Dictadura Militar recorría su quinto año en el Poder y comenzaba a notarse un fuerte desgaste del régimen frente a la sociedad por las nefastas consecuencias políticas, económicas y sociales de un "Proceso de Reorganización Nacional" que nunca fue nacional ni popular. Todo lo contrario. 
El plan económico implementado se ajustaba a los lineamientos que el Poder corporativo y globalizado buscaba imponer por intermedio del neoliberalismo a las naciones dependientes y tercermundistas.
La destrucción de la industria manufacturera, que tenía el doble objetivo de beneficiar a las industrias de exportación primaria (carnes y granos) y el debilitamiento de las organizaciones sindicales, en su gran mayoría leales al peronismo, sumado al astronómico crecimiento de la deuda externa, fueron pilares fundamentales para revitalizar un modelo de dominación política y económica que el liberalismo vernáculo siempre pretendió implementar en nuestro país. 
Los militares y sus socios civiles idearon los mecanismos necesarios para beneficiar los intereses estratégicos y especulativos de las empresas multinacionales, de los sectores financieros y de los organismos internacionales de crédito. Con ello se aseguraron el apoyo de los Estados Unidos para la incorporación de la Argentina al Plan Cóndor, estrategia militarista continental para enfrentar lo que consideraban la mayor amenaza de Occidente: la filtración marxista , que en el caso argentino, representaba "la subversión apátrida del enemigo interno".

Nuestra vivienda, entre fines de los años setenta y principios de la década del ochenta, había experimentado un gran cambio con la construcción de dos piezas de ladrillos comunes. El techo de ambas fue realizado con chapas de zinc. Si bien las dos primeras piezas continuaron siendo de madera paulatinamente se fueron reemplazando sus chapas de cartón por las de zinc.
Un cambio fundamental fue la construcción de un baño, que si bien siguió estando por fuera de la casa ahora estaba pegado a una de la piezas de la casilla y no aislado en el fondo del terreno. 
Entre la casa y el fondo existía un amplio espacio donde había plantas de naranjas, pomelos, mandarinas, duraznos, granadas, limones e higos. Mi mamá, durante algunos años,  también tuvo allí su pequeña huerta cuyos frutos le permitía hacer un pequeño ahorro al momento de preparar las comidas de la familia. Una planta de Mora, pegada casi al baño del fondo, se convirtió casi en un árbol y allí solíamos trepar para jugar entre hermanos. 
Juegos y travesuras que compartí con ellos casi con exclusividad ya que no tuvimos muchos amigos en el barrio con quienes divertirnos, por lo menos cuando fuimos más chicos. Entre las travesuras que más recuerdo puedo nombrar cuando rompimos de un pelotazo los vidrios de una ventana que daba al patio o cuando, creo que por jugar a las escondidas, nos metimos a un enorme tanque de cemento que estaba apoyado sobre unos pocos ladrillos y lo terminamos desfondado.
Más de una vez rompimos cosas o rayamos muebles de la casa. Sabíamos que íbamos a ser regañados y/o castigados por nuestros padres y por alguna razón temíamos mucho más el reto y castigo de nuestra madre que el de mi padre. Y eso que en ciertas ocasiones, dependiendo de lo grave del asunto, mi papá utilizó su cinto para castigarnos. Yo creo que tomar esa decisión la consideraba apropiada para corregir nuestros comportamientos, pero también estoy seguro que le dolía mucho tener que hacerlo, porque al rato nos hablaba con gran pena en su ser, ¡casi como pidiéndonos perdón!
Mi maestra de tercer grado, en 1980, creo que se llamaba Norma (curiosamente tuve varias maestras con ese nombre). No sé porqué no tengo fotos con ella y con el grupo de mis compañeros de ese tercer grado. La recuerdo como una señorita joven, de pelo corto y de anteojos. Muy buena, que nos hacía jugar en el patio central de la escuela. Nuestra aula tenía una ventana que daba a la Av.844 y estaba a escasos metros de la entrada principal a la escuela. 
Al año siguiente, junto con Rubén, comenzamos nuestro primer año de Catequesis, cuyas clases se daban en las aulas de la Escuela secundaria Don Luis Piedrabuena, es decir,  en el edificio ubicado en la manzana que estaba frente a la escuela n°32. Asistíamos a clases los sábados por la tarde y los domingos a la mañana concurríamos a misa. 
Ingresar al Piedrabuena, recorrer sus pasillos y entrar a sus aulas fueron una experiencia novedosa, anticipatoria en 4 años a lo que sería mi asistencia posterior a la escuela secundaria. 
En 1982 hicimos el segundo año de catecismo y finalmente en Diciembre de ese año recibimos el Sacramento de la Comunión en la principal iglesia de San Francisco Solano, ubicada en la Av.844 entre las calles 892 y 893.
Mientras cursaba el 4to grado de la escuela primaria, en 1981, un rara sensación, un extraño sentimiento se apoderó de mi. Comencé a poner mi atención en una niña que seguramente ya la había visto pasar por frente de mi casa, ya que también vivía con sus padres y hnos sobre la calle 854, entre las calles 892 y 891; es decir que vivía a una cuadra de mi casa. Pero el momento que percibí con mayor intensidad su presencia fue un día de acto escolar, que se realizaban en el mismo día oficial de la celebración o conmemoración, sin importar que el día fuese feriado. 
Y aquellos actos escolares  reunía a todos los alumnos y a todo el personal docente de ambos turnos en el inmenso patio de la escuela n°32. Fue entonces que supe que mi vecina asistía al turno tarde. 
Y lo que sucedió al año siguiente son de esos sucesos que te sorprenden gratamente por el misterio que pareciera haber en las vueltas de la vida; en definitiva, en el destino: Silvia K, tal el nombre de esa niña que comenzó por entonces a ser adolescente, se había cambiado al turno mañana y pasó a ser una de mis nuevas compañeras de 5to grado.

Por esos primeros años de la década del ochenta mis padres me permiten ir a realizar tareas escolares en casas de compañeros que vivían cerca, como ser el caso de un chico de nombre Cristián Ibarra, que vivía en la calle 855 entre las calles 892 y 891. A medida que avanza mi trayectoria de escolaridad primaria ya conoceré las casas de otros compañeros, algunos de los cuales se transforman en los mejores amigos por tantos años de compartir las vivencias  escolares: Pablo Vázquez, Gabriel Montanelli y Adrián Orlando Lombardo.

Como consecuencia de la prolongada guerra fría entre Los Estados Unidos y la Unión Soviética los norteamericanos entrenan y asesoran a personal militar de varios países del continente americano para impedir que el comunismo penetre en Occidente. 
Ya desde los inicios del Proceso de Reorganización nacional los militares se dedicaron a reprimir y exterminar al "enemigo interno". Para ello recurrieron al Terrorismo de Estado para secuestrar, encarcelar, torturar y asesinar a quienes integraban  las organizaciones de las guerrillas urbanas. 
Sin embargo, debe quedar claro  que el objetivo de aniquilar la subversión fue la gran excusa para despejar del camino todo obstáculo que interfiriera en el más amplio y profundo proyecto de transformar totalmente la organización política, económica y social del país.
En efecto, en los primeros años de la Dictadura militar ya se había logrado el propósito de desmantelar a las organizaciones guerrilleras. Pero el terrorismo de Estado continuó vigente y sus principales víctimas fueron militantes estudiantiles y juveniles, profesionales, opositores políticos y eclesiásticos comprometidos socialmente y, sobre todo, el sindicalismo de base, muchas veces delatados por los sectores patronales cómplices del régimen militar o por los sindicalistas "dialoguistas" , que sacaron provecho de la represión ultraderechista del Estado para eliminar a los representantes obreros del peronismo combativo o aquellos con ideologías de izquierda.
Ya desde los primeros años de la década del ochenta la situación socioeconómica de la amplia mayoría de la población comenzó a generar movimientos de resistencia política y sindical frente a la política económica de Martínez de Hoz y demás economistas liberales. El paro general declarado por la CGT Brasil, liderada por Saúl Ubaldini, el 30 de marzo de 1982, con miles de manifestantes en la Plaza de mayo, fue duramente reprimido.
Curiosamente, pocos días después, el 2 de abril, miles de manifestantes volvieron a ocupar la plaza, solo que ahora  para expresar apoyo al gobierno militar frente a la amenaza del gobierno inglés de recobrar por la fuerza las Malvinas, de nuevo bajo nuestra soberanía por la acción de fuerzas armadas argentinas que desalojaron al pirata inglés del territorio malvinense.
Por cuestiones históricas y geográficas las Islas Malvinas son Argentinas y nuestros reclamos de soberanía sobre ellas se remontan al siglo XIX cuando quedó bajo dominación  británica. 
Ante la pérdida de legitimidad frente a la sociedad Argentina los altos mandos militares idearon y planificaron la recuperación de las Malvinas como jugada maestra para continuar en el poder. Levantar la bandera de tan sensible causa nacional debía generar un amplio e inquebrantable apoyo popular. Y entre los supuestos manejados por los estrategas militares estaba la idea que los Estados Unidos, como forma de corresponder al gobierno militar argentino por su colaboración en la lucha contra la "filtración marxista", intervendría a nuestro favor en la disputa con el Reino Unido. ¡Grosero error geopolítico! Los norteamericanos, como era de esperar entre "primos imperialistas" apoyaron a los ingleses,  sus aliados históricos. 

"A partir de los Juicios a las Juntas Militares, producido en los primeros años del gobierno de Alfonsín, buena parte de la sociedad comenzó a tomar conciencia de las atrocidades cometidas en el último periodo militar.
Por la ignorancia y la inocencia propia de la niñez y primeros años de adolescencia, sumado a la opresión de la censura y la represión ejercidas por un régimen antidemocrático, vivimos, bien o mal, sin una clara y objetiva conciencia de la realidad nacional, esto es, sin grandes preocupaciones o sobresaltos por la situación política o socioeconómica que desde el inicio de la década comenzó a ser cada vez más preocupante.
De igual manera, no puedo afirmar que la causa Malvinas haya tenido gran impacto en aquellos chicos de 10 años de edad, los de mi generación, cómo sí pudo tenerlo en otras generaciones de argentinos, más allá de la exaltación de la vena nacionalista puesta en evidencia con la recuperación de las Islas Malvinas y la inmediata guerra con Gran Bretaña, causa nacional que los militares pretendieron usufructuar para legitimarse en el poder, aún conscientes que su estrategia bélica y las fuerzas armadas enviadas no eran las adecuadas para enfrentar y resistir el poderío de una de las mayores potencias militares del planeta". (Díaz, Carlos Eduardo; Memorias de aquel tiempo adolescente en San Francisco Solano; Ediciones Encontrarnos; páginas 22 y 22).

Mi maestra de 4to grado se llamaba Norma y su apellido eran Erbrat o algo así. Fue una de las maestras más lindas y buenas que tuve en la escuela primaria. 
La maestra de 5to grado también se llamaba Norma y su apellido era Paiva. Pero ya era más seria y exigente con sus alumnos. ¿Será que a medida que crecíamos nos correspondían maestras más duras y con más experiencia docente con alumnos que empezaban lentamente su ingreso a la adolescencia? 
En mi libro Memorias de aquel tiempo adolescente en San Francisco Solano relato con mayores detalles un episodio de rebeldía escolar que derivó en la intervención de mi madre.  Finalmente aquel comportamiento díscolo fue solo una excepcionalidad, marginal si se quiere(¿para llamar la atención de mis padres o como consecuencia de los sentimientos que me provocaba mi compañera Silvia K?) en todos mis años de escolaridad primaria, porque a decir verdad, por ser un chico bastante tímido y tranquilo, además de comprometido con las tareas escolares, me permitió ser uno de los alumnos "mimados" por la mayor parte de las maestras. 
Tal fue el caso de la maestra Elizabeth Castro que siempre pareció tener una debilidad por mí, como si necesitara protegerme de ciertas amenazas. Ella fue la maestra titular de 6to grado "A", mientras que la señorita Graciela Albornoz fue la segunda maestra.
Ya en 7mo grado "A" la señorita Elizabeth fue la segunda maestra ya que la titular fue Graciela Legnani.
El gran cambio que vivimos como alumnos de la escuela n°32 fue sin duda tener que mudarnos, a partir de 1983, a la escuela vecina, la n°53 "Almafuerte", mi primera escuela durante un breve tiempo en 1978. Las causas que originó tal movimiento escolar fue la demolición de las edificaciones de la escuela n°32 para la construcción de un enorme y moderno edificio escolar, el cual demandó más de dos años de trabajos para poder inaugurarlo.
A pesar del traslado de las aulas de madera de la escuela n°32 al fondo de su escuela vecina y de la utilización de unas aulas "metálicas" que pertenecían a la escuela n°53 debió implementarse un sistema de tres turnos de 3 hs cada uno. El turno mañana, entre las 8 y las 11hs, el turno intermedio, entre las 11 y las 14hs y finalmente el turno tarde, entre las 14 y las 17 hs. Rubén y yo continuamos asistiendo a clases en el turno mañana pero mis hnos menores debieron concurrir en los otros turnos.
En aquellos últimos años de escuela primaria las evidencias de los cambios físicos y anímicos propios de la adolescencia comenzaron a manifestarse con mayor intensidad. El impulso de salir a la calle, independizarse del núcleo familiar y conocer la realidad "en carne propia" necesariamente formaban parte de nuestro crecimiento personal. Por eso los "asaltos" se hicieron más frecuentes. Algunos en casa de Susana López, otros en lo de Marisol González y otros también en lo de Laura Severino, eran encuentros con las compañeras y compañeros del grado, donde generalmente los varones llevaban las bebidas y las chicas lo que pudiesen aportar para "hincar el diente": bizcochuelos, facturas, empanadas, etc. Sin duda esas reuniones entre pares servía para socializar de manera más distendida, sin la rigidez derivada de las pautas y normas escolares, que ciertamente procuran la instrucción pero también el control del alumnado.
Yo, que siempre fui muy tímido, recuerdo con nitidez, que más de una vez me destaqué bailando en esas especies de competencia que hacíamos en los "asaltos". No sé porqué ocurría pero la música pop de esos años, especialmente la de Michel Jackson, Madonna o Cyndi Lauper, me movilizaban de una manera especial, quizás porque en casa no era frecuente escucharla , más que nada porque mis padres consumían otros estilos musicales y además aún no teníamos donde escuchar radios FM. O quizás fue la mejor estrategia que encontré para hacerle notar mi existencia a esa compañera que tanto me gustaba.
Lo cierto es que pocas veces me mostré tan despreocupado por las miradas y comentarios de los demás como en esos inolvidables "asaltos" que se terminaban apenas comenzaba a ocultarse el sol. Recién volveré a bailar en la fiesta de los 15 años de Spadano, en 1987, de manera breve y tímida,  aunque una compañera opinó que lo hacía bastante bien.
Aquella revolución de hormonas que comenzaba a delinear nuestro cuerpo, nuestra mentalidad y nuestra  Alma debía necesariamente verse reflejada en la manera de relacionarse con los amigos y con esas personas por las que sentíamos una atracción especial, basada en el amor, o lo que nosotros creíamos que era amor. Y el juego de la botellita era una clara muestra del interés por descubrir y explorar nuevas maneras de acercarse a la persona que nos atraía. Personalmente nunca me tocó el turno de besar a la chica que me gustaba pero el solo hecho de participar ya representaba una perspectiva curiosa y audaz. 

Continúa....

5 ago 2021

PARTE UNO.Capítulo Uno: 1970-1979

En la Argentina, durante los años setenta, solo vivimos en democracia entre los años 1973 y 1976. Los militares, con Juan Carlos Onganía como presidente de facto, venían gobernando desde el año 1966, luego de haber derrocado al gobierno democrático de Arturo Illia .
En realidad los golpes militares en nuestro país se iniciaron en 1930 cuando fue desalojado de la Casa de Gobierno el presidente Hipólito Irigoyen. 
Pero lo novedoso con respecto a los golpes militares acontecidos a partir de 1955 fue, además de las ya conocidas ideologías liberal y proimperialista, su sesgo netamente antipopular y antiperonista, derrocando a los gobiernos elegidos por el voto de la ciudadanía como lo fueron los de Perón, Frondizi e Illia o a través de los autogolpes, dónde ciertos dictadores eran reemplazados por otros por haber perdido el apoyo de los sectores que daban sustento a su autoridad. 
Onganía será el primer presidente de facto de la "Revolución Argentina". Sus intenciones de permanecer por tiempo indefinido en el gobierno se verán seriamente afectadas por las consecuencias derivadas del Cordobazo y del asesinato del General Aramburu a manos de la agrupación Montoneros. Estos sucesos son una contundente muestra de lo convulsionados que fueron aquellos años por el incremento de la protesta y la militancia social y política de estudiantes, obreros y distintas agrupaciones civiles como así también la violencia social y política de organizaciones dispuestas a enfrentar con las armas la represión y coerción de las fuerzas militares argentinas. 
Onganía será reemplazado por Levingston, un militar casi desconocido para la sociedad argentina, quien pretende profundizar la "Revolución Argentina " , a pesar de no ser esas las instrucciones de los altos mandos militares que lo han instalado en la Casa de Gobierno desde junio de 1970. Nueve meses más tarde será destituido por un autogolpe de Estado, en marzo de 1971, siendo el general Alejandro Agustín Lanusse el designado para encabezar la nueva etapa golpista. 

El 5 de noviembre de ese año, 1971, es el día de mi nacimiento en el hospital Fernández de la Capital Federal . Mis padres, Juan Carlos Díaz (Pocho) y Bernarda Martínez (Berna) viven en San Francisco Solano, una localidad perteneciente al Partido de Quilmes, en el sur del conurbano bonaerense; pero llegado el momento del nacimiento de sus hijos decidirán que acontezca en hospitales públicos porteños. 
El día 3 de Mayo de 1973 nace mi hno Rubén Leonardo Díaz, también en el hospital Fernández. El día 27 de Julio de 1975, en el hospital Rivadavia, nace un nuevo hermano, Jorge Alejandro Díaz y el día 3 de Mayo de 1977 nace el último de mis hermanos, Javier Martín Díaz, nuevamente en el hospital Fernández. 
Durante los primeros años de la década mis padres, mi hermano Rubén y yo vivimos en algunas casas de parientes, como ser las de mi tío Luis (Lucho), hermano de mi papá o en la casa de mi tía Julia, hermana de mi mamá. 
En 1973 mi papá consigue trabajo en Fernández y Campo, una fábrica en el barrio porteño de Barracas, donde se elabora cartón corrugado. El 25 de Febrero de 1974 nos instalamos en el terreno que mis padres compran en cuotas a la empresa loteadora Tulsa S.A., ubicado en la calle 854, entre las calles 893 y 892. La casilla que será nuestra primera vivienda había pertenecido a mi abuela Juana Torino y hasta entonces se encontraba instalada en el terreno de Luis Díaz, en la calle 892, entre las calles 847 y 848. Mi abuela Juana había fallecido el 3 de julio de 1972. Su hijo mayor, Salvador, quien ya vivía con su madre en la casilla, continuará viviendo un tiempo más en ella luego de la muerte de su madre. Pero finalmente decide mudarse a la casa de su hna Mercedes ( Mecha) y colabora con gran entusiasmo para reinstalar la humilde vivienda en el terreno de su hno Pocho. 
Aquella acción seguramente fue determinada por su mudanza a lo de Mecha, pero también pudo haber sido una expresión de gratitud hacia mi padre porque éste había facilitado su ingreso a la papelera de Barracas. 
La existencia se muestra en tan breve tiempo con sus extremos de dolor y regocijo, de esperanza y de incertidumbre por los tiempos que viven y por los que vendrán. Así como 1972 y 1975 representaron años de gran dolor para la flia por los fallecimientos de Juana Torino y Salvador Díaz, respectivamente, en los años intermedios a los mencionados se darán los nacimientos de Rubén y Ale, el conseguir un trabajo estable que lo alejó a mi padre de las changas y la desocupación y la mudanza a un terreno propio. 
En 1973 Juan Domingo Perón ha regresado definitivamente al país luego de largos años de exilio. Las maniobras electorales ideadas para impedir su candidatura a presidente no logran impedir un rotundo triunfo del partido Justicialista y sus aliados. Cámpora , un leal "soldado" de Perón, es elegido presidente de la Nación. Desde la década anterior en la sociedad argentina se están desarrollando profundos y turbulentos movimientos sociales, políticos y culturales. Muchas son las causas y no siempre puede vislumbrarse qué consecuencias tendrán. En parte podría considerarse como un enfrentamiento generacional, donde los sectores juveniles, más inclinados a una rápida asimilación de los cambios, parecen encarar una radicalización de sus maneras de vivir la existencia. Naturalmente, han de chocar con la resistencia de los sectores más adultos y conservadores. 
La proscripción del peronismo atraviesa toda la década del sesenta, donde distintas organizaciones juveniles, estudiantiles, políticas y sindicales, y desde posiciones ideológicas enfrentadas, tendrán como prioridad absoluta lograr el regreso del líder. También estarán los sectores "burócratas" del sindicalismo, más proclives a pactar con el poder militar, que pretenden un "peronismo sin Perón". Los militares, con su obsesión de impedir el regreso del peronismo al poder, desarrollarán políticas esencialmente violentas y represivas sobre el conjunto de la sociedad, aunque repercutirán sobre todo en los jóvenes, en los trabajadores y en las clase media-baja. Siendo éstos últimos sectores los que reclaman mayores niveles de libertad, de creatividad y de participación política y ciudadana, fuertemente influenciados por los movimientos de liberación política y cultural que se observan en muchos países, además del triunfo de la Revolución Cubana, donde una pobre y pequeña nación se enfrenta victoriosa al poder imperial de los Estados Unidos y donde además participa activamente nuestro compatriota Ernesto "Ché" Guevara, serán determinante para que una considerable parte de la sociedad experimente la radicalización ideológica hacia tendencias de izquierda; esto es, al socialismo. De allí que muchas agrupaciones consideren viable la opción de la lucha armada contra el poder emanado desde el Estado, encarnado en las autoridades militares. 
El propio Perón, con un sigiloso y arriesgado juego pendular, sabrá sacar provecho del amplio espectro ideológico que atraviesa el movimiento peronista, para desgastar, al régimen militar. Desde el exilio el líder justicialista endulzará los oídos de los sectores más revolucionarios, enalteciendo su accionar como una valiosa estrategia para que el peronismo se constituya en vía natural para lograr un socialismo nacional. Sin embargo, Perón, ya de regreso en el país y con 78 años de edad, tiene otro pensamiento político, económico y social, decididamente alejado de toda revolución socialista y comienza a ver con desagrado que la tendencia de izquierda influya cada vez más sobre Cámpora. Por eso pide la renuncia del presidente y del vicepresidente para allanar su regreso a la Casa de Gobierno. 
Realizada una nueva elección nacional la fórmula Perón-Perón arrasa con más del 63 por ciento de los votos. En octubre de 1973 Juan Domingo Perón asume por tercera vez la máxima magistratura de la nación. Sólo llegará a gobernar hasta mediados del siguiente año. El 1° de Julio de 1974 fallece uno de los mayores líderes políticos del siglo XX. Son días de profunda consternación popular y de gran incertidumbre por los amenazantes nubarrones de conflictividad social y política que cubren una vez más a la Patria.

La casilla que había pertenecido a Juana Torino y su hijo Salvador Díaz, ahora instalada en la mitad de la propiedad de mis padres, contaba con solo dos habitaciones. Sus paredes eran de madera y su techo de un cartón color negro. No recuerdo algún tipo de piso de material en la pieza dormitorio. En la cocina comedor el piso fue de tierra un buen tiempo. Lo recuerdo porque una vez se volcó el contenido de un balde y terminó formando barro. La puerta era también de madera y tenía dos o tres ventanas, no muy grandes, con hierros cruzados que terminaban formando rombos. El baño se encontraba en uno de los rincones, en el fondo del terreno y era una construcción muy precaria, con piso y paredes de maderas. No teníamos inodoro , solo un agujero en el piso de maderas que nos separaban del abismo. 
Cuando nació Alejandro la casa no había cambiado mucho, aunque él era quien mejor dormía porque nadie más le disputaba una porción de espacio dentro de su cuna. 
Algunos recuerdos muy lejanos de aquella vivienda, en esos primeros años que la habitamos, me traen los sonidos del silbato y el pesado andar del ferrocarril pcial que pasaba por la Estación de Solano para ir hasta Avellaneda, La Plata y otras localidades del interior de la pcia de Bs. As. Un transporte público tan importante en la Historia de nuestra localidad y tan significativo para los primeros pobladores y las masas de trabajadores que viajaban en él diariamente merecía un mejor destino que el cierre definitivo de sus servicios de pasajeros sentenciado por la dictadura militar en 1977. 
Y si de ferrocarriles se trata, uno de los recuerdos más perdurables que atesora mi memoria es aquel viaje que mi flia, junto a las de varios de mis tíos, hiciera a fines de Diciembre de 1975 con rumbo a Tucumán porque días más tarde se produciría en Aguilares el casamiento de mis tíos Alberto Antonio Diaz (Tito) y Yolanda Graciela Atencio (Yola). 
Casi un vagón entero ocupó el total de familiares que realizó el viaje y una de las imágenes que conservo con mayor nitidez es que se había preparado todo para que los chicos pudieran dormir en el piso. Otra imagen nocturna ligada al viaje es ya en la casa de mi tía Lidia, luego que su esposo, Miguel Pastorino, nos trasladó en su vehículo desde la terminal de trenes en San Miguel de Tucumán hasta Aguilares. Concretamente recuerdo el alivio de sacarme unos duros zapatos que ya estaban lastimando uno de mis pies. En ese tiempo los niños frecuentaban el uso de zapatos desde muy pequeños. 
Conversando tiempo atrás con mi tío Domingo Antonio (Cacho) surgió el dato que aquel viaje a Tucumán ocurrió al día siguiente del ataque guerrillero a las instalaciones del Regimiento Viejobueno en Monte Chingolo. Recordaba mi tío al respecto que se había preocupado al ver tanto helicóptero y efectivos militares buscando a los subversivos. En ese momento él volvía a su casa en colectivo y si mal no recuerdo ese transporte también fue demorado por los soldados o la policía. Si tenemos en cuenta que ese intento de tomar el control del batallón por parte del ERP comenzó a las 20hs del 23 de Diciembre significa que el viaje en tren a Tucumán ocurrió el 24 de Diciembre. ¿Festejamos la Nochebuena en el trayecto para llegar a Tucumán el día de Navidad? Curiosidades de la historia familiar. 
Otros sonidos también llegan a mi desde aquellos años, ahora acompañados por las imágenes de un disco de vinilo y del tocadiscos que mi viejo había ganado en una rifa realizada en la fábrica. Se trata del disco "Por Siempre" de Palito Ortega, grabado en 1976. Curiosamente ese creo que fue el último disco de Palito que mis padres compraron, aunque en casa había varios de sus primeros long plays grabados en la década del sesenta; la mayoría de esos discos eran de mi mamá, pero mi viejo, siendo tucumano como "El Rey", los consideraba casi como propios y los llevaba para escucharlos en las fiestas donde se reunía la familia, especialmente en las de Navidad y Año Nuevo. 
 Aquel viaje a Tucumán de toda la familia que residía en el conurbano bonaerense, junto a la celebración del casamiento de Tito y Yola y todo el período que permanecimos en Aguilares en Enero de 1976 puede considerarse como la última gran experiencia familiar vivida en democracia. Dos meses después, el 24 de Marzo, el gobierno de Isabel Martínez de Perón llegó a su fin con un nuevo Golpe de Estado por parte de los altos mandos de las fuerzas armadas. 
Como ya se dijo párrafos atrás, Perón, en su tercera presidencia, decidió privilegiar su relación con los sectores más conservadores, con la ortodoxia peronista, considerados burócratas derechistas por sus rivales internos. La JP (Juventud Peronista), de clara orientación izquierdista radicalizó aún más su postura crítica frente al anciano líder y agrupaciones políticas que durante un lapso breve habían optado por la acción democrática ahora retornaban a la clandestinidad para enfrentar tanto a la derecha peronista como a las fuerzas militares, que todavía obedecían a la autoridad presidencial. Estrechamente ligado a esto, aún antes de la muerte de Perón, había comenzado el accionar criminal de la Triple A, organización paraestatal que obedecía directamente a José López Rega, el hombre que mayor influencia ejercía sobre el presidente y su esposa. 
Durante el mandato de Isabel la conflictividad política y social continuó aumentando y el gobierno otorgó a las fuerzas militares mayor capacidad represiva para enfrentar a las organizaciones subversivas. El intento de extraer armamento del Regimiento Viejobueno por parte del ERP y su enfrentamiento con el ejército que mencionamos anteriormente es un claro ejemplo de la grave situación que se estaba viviendo en el país. 
Cuando se produce el golpe de Estado que da inicio a lo que se denominó Proceso de Reorganización Nacional mucha gente se sintió aliviada por la concreción de un hecho que ya se consideraba inevitable. 
Sin embargo, muy pocos argentinos tomaron conciencia, en ese entonces y en los años que siguieron, de las reales dimensiones del daño causado por la dictadura militar, no sólo por las nefastas políticas económicas que afectaron el bienestar social y cultural de millones de argentinos. La represión ejercida en su afán de desarticular las organizaciones guerrilleras y destruir definitivamente al “enemigo interno” alcanzó niveles inéditos de perversidad sobre los derechos humanos a través de un accionar macabro que incluyó, entre otras prácticas, la desaparición, tortura y ejecución de miles de compatriotas. 

Con 6 años de edad, en 1978, inicié mi etapa de escolaridad primaria. Un breve tiempo en la Escuela n° 53, para luego concurrir definitivamente en el turno mañana de la Escuela n°32, ambas vecinas entre sí y ubicadas sobre la calle 844, una de las principales de la ciudad. Aunque, para ser sincero, en esos últimos años de la década del 70, San Francisco Solano aún no había sido declarada Ciudad. Eso ocurrió en el año 1981.
En lo que respecta a nuestra vivienda, comenzó a notarse importantes cambios, sobre todo a partir del año 1977, cuando nació el menor de los hijos de Pocho y Berna. Según me contó mi mamá, con el dinero otorgado por el gobierno por el nacimiento de mi hermano Javier, mis padres pudieron comprar las chapas de zinc para techar las dos habitaciones que mi padre, seguramente con ayuda de algunos de mis tíos, había levantado junto a la casilla de madera y chapas de negro cartón para ampliar la casa. Ya éramos 6 los integrantes de la familia y se hacía imprescindible la ampliación de nuestra vivienda. 
Entre los deportes predilectos de mi padre estaban el fútbol y el automovilismo. Su pegada al balón más prodigiosa era con "la zurda", algo que yo heredé, aunque sin su técnica ni destreza. Siendo casi un hincha fanático del Club Atlético River Plate fue casi un asunto genético (lo llevamos en la sangre) que sus cuatro hijos se hicieran también seguidores del Club de Nuñez. Mi madre, pobre, era la única que simpatizaba con Independiente, el club de Avellaneda. Bueno, ¡al menos no fue hincha de Boca Juniors! 
Mi hno Ale era el menos futbolero de los cuatro, pero aún así recuerdo que un tiempo lucíamos con orgullo los pantaloncitos negros y las camisetas con la banda roja cruzando el pecho, que incluso llegaron a tener en sus espaldas los números en cuerina de color negro. El patio que se había formado entre la casa y las rosas y claveles que mi madre tenía pegadas al alambrado frontal del terreno fue el lugar donde nuestro padre nos enseñó algunas técnicas y estrategias futboleras. Allí Javi pasaba a ser Reinaldo "Mostaza" Merlo, Ale se convertía en J. J. López, Rubén en Daniel Passarella y yo me transformaba en el Beto Alonso. Dicen los parientes que lo vieron jugar que mi padre fue un talentoso jugador de fútbol, quien mereció poder demostrarlo a nivel profesional. Mis hermanos y yo disfrutamos a pleno de sus gambetas y "picardías" en nuestro patio o en los potreros donde jugábamos con tíos y primos. 
Otro lejano recuerdo de la casilla y sus paredes de madera se relaciona con un gran póster donde se veía el logo oficial del Mundial de Fútbol que se disputó en Argentina en 1978, como así también el dibujo del nene gaucho, "la mascota" del evento deportivo. Aquel campeonato logrado sin duda representó para mí, un niño que aún no tenía 7 años de vida, la primera gran experiencia de alegría y victoria colectiva, la del pueblo argentino; gracias al seleccionado nacional y su equipo técnico la gente pudo salir a festejar en las calles, a pesar del crudo invierno, la obtención de nuestra primera Copa del Mundo. Y nosotros, en nuestra humilde vivienda, salimos al patio para gritar y agitar banderas argentinas. 
Cosa curiosa la de la memoria y su administración de ciertos recuerdos. Exactamente un año después del aquel histórico triunfo de la selección nacional en el partido final contra la selección de fútbol de Holanda, se jugó un partido amistoso en la cancha de River entre nuestra selección mayor y un combinado de jugadores extranjeros, varios de ellos de reconocida trayectoria internacional. Los visitantes se tomaron muy en serio el asunto y salieron a la cancha para jugar fuerte y neutralizar el juego argentino. El gol de Maradona no fue suficiente para revertir el resultado del partido. Ahora bien, el recuerdo de esa derrota había sido bloqueado en mi memoria hasta hace muy poco tiempo. Por el contrario, tengo más que presente el título logrado por la Selección nacional de fútbol juvenil en la Copa Coca-Cola realizada en Japón. El equipo argentino logró el campeonato al vencer 3 a 1 a la selección de la Unión Soviética en la final del certamen. Para ver esos partidos los argentinos debimos madrugar. Esto se debió a la amplia diferencia de usos horarios que existe entre Argentina y Japón. 
Con respecto al automovilismo, el levantarse de la cama, en ocasiones bastante temprano, para presenciar las carreras de la Fórmula 1 o las del T.C.(Turismo Carretera) se fue constituyendo en un verdadero clásico de los días domingo. Mi papá era el primero en estar listo para sentarse frente al televisor y a medida que se aproximaba el momento de la largada nos hablaba para preguntarnos si íbamos a verla. 
Así como en el fútbol , yo también tenía un ídolo en las carreras de la Fórmula 1: Niki Lauda, piloto austríaco que en 1976 protagonizó uno de los accidentes más impactantes de la historia automovilística cuando perdió el control de su auto, y luego de una espectacular colisión, se incendió rápidamente, lo que ocasionó graves quemaduras que casi provocan su muerte. Una anécdota que he narrado en Memorias de aquel tiempo adolescente en San Francisco Solano (Ediciones Encontrarnos; 2021) relata cuando la maestra en primer grado regaló una bolsita de golosinas que también traía un juguete muy pequeño en su interior. A mi me tocó un auto de Fórmula 1 con el n° 1. En la vida real, durante todo ese año 1978, tal número en su automóvil lo tenía el último campeón mundial: Niki Lauda. Luego mis padres tuvieron que comprarle un autito a cada uno de mis hermanos.