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No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.
5 jul 2010
CRISTINA Y LOS FUSILAMIENTOS DE BELGRANO.
El domingo 27 de junio, en un artículo de Susana Viau para el diario Clarín, se hace referencia a unas afirmaciones realizadas por la Presidenta de la Nación, en Rosario y en ocasión del acto del dia de la bandera. Se dice allí que en el discurso oficial (en realidad lo califica de "mensaje propagandístico") predominaron dos elementos: " el elogio del conflicto y un populismo cargado de contradicciones". Según Viau "la presidente se empeño en mostrar un Manuel Belgrano no "dulcificado" por la tontera historiográfica y habló del Exodo Jujeño, de los humildes que lo acompañaron quemando sus miserables pertenencias para que no cayeran en manos enemigas y de los ricos que se negaron y "a los que Belgrano fusiló por traidores a la Patria". El tono dejó de ser didáctico y se asemejó a una advertencia. Al punto que, de inmediato, la presidente se curó en salud y dijo: "No es levantar el conflicto por el conflicto mismo...Pero muchas veces, cuando hay que tocar intereses poderosos(...)para poder ejercer la solidaridad con los pobres hay que tomar decisiones que molestan a los que más tienen". / Continúa entonces Viau diciendo que "el fusilamiento es algo más que una "molestia" y esa alabanza de la tensión nada tenía que ver con el personaje homenajeado" y resalta "para los Kirchner la excepcionalidad es regla y el estado de guerra la normalidad. Belgrano, por el contrario, empleo la violencia muy a su pesar y en situación límite. Lo hizo no solo contra los ricos sino también contra los pobres que se resistieron a sacrificar sus pocas cabras, porque -y allí radica el populismo de la presidente- la pobreza puede ser un atenuante pero no es un estado de beatitud. El jefe del Ejército del Norte era implacable en el combate pero no era un perseguidor; tuvo el don de la generosidad con los derrotados de Tucumán y eligió siempre el diálogo, aunque lo intuyera infructuoso. La presidente pudo haber contado, porque ciertos ejemplos hacen de la política una profesión honorable, que el abogado que asumió contra su naturaleza un destino militar era hijo de uno de los hombres de mayor fortuna de Buenos Aires, llegó al poder riquísimo y se alejo de él en la miseria. No es un cuentito que a falta de dinero pagó con su reloj al médico que lo atendía". / Hasta aquí lo escrito por Susana Viau para el diario Clarín. / ¿Qué piensan ustedes de todo esto? La primera reflexión que se me ocurre es que aquí tenemos una clara evidencia de la inevitable relación entre Historia y Política de la que vengo hablando en anteriores entradas. También podemos apreciar como la Historia es empleada según las ideologías e intereses de cada uno. La autora pretende posicionar a Belgrano como un representante del sector moderado, dialoguista. De los que buscan el consenso diriamos hoy. Y con ello resaltar la conflictividad natural de nuestra presidenta. Es uno de los caballitos de batalla de la oposición. Pero, sinceramente, ya comienzan a aburrir con ese argumento. / Los contextos de los tiempos de Belgrano y los actuales pueden presentar particularidades abismales. Pero las cuestiones humanas de fondo son basicamente las mismas, la lucha por el Poder, el conflicto entre intereses, la utilización de diversos medios, ya sea la guerra o la política, para concretar los objetivos, etc. Leyendo el artículo de Susana Viau me preguntaba si no será ella quién en realidad quiso darle un sentido didáctico a sus palabras. Porqué a decir verdad la Presidenta no tenía porque referirse a todo lo que la autora menciona. La historia de Manuel Belgrano es fascinante y abarca muchísimos relatos que podrían ser contados. ¿Cual sería el problema si Cristina Fernández de Kirchner buscó en verdad darle a sus palabras un tono amenazante? ¿Acaso la Patria no tiene sus enemigos? El final de la existencia de Manuel Belgrano lo sabemos (o deberíamos saberlo) todos. No se conoce tanto sobre los fusilamientos que ordenó. Me queda la duda de los que supuestamente ordenó contra los pobres que se negaron a seguirlo. Viau habla de la generosidad con los derrotados de Tucumán. Sin embargo, cuenta Pacho O'Donnell en Historia Confidencial, "en la acción de Tambo Nuevo, cuando varios soldados patriotas, al mando del entonces sargento Lamadrid, apresan a una compañía española y descubren entre los prisioneros a algunos que, despues de la batalla de Tucumán, habían jurado no volver a tomar las armas en contra de la revolución. Entonces los fusila, y manda que se les corten las cabezas y, clavadas en picas, fuesen llevadas lo más cerca posible del campamento enemigo para que su visión sirviese de escarmiento." Si Belgrano recurrió a medidas tan drásticas se explican en las características del contexto histórico en que vivió. Por suerte algo hemos avanzado como sociedad y el fusilamiento ya no es un recurso legítimo. Pero la Política debe suministrar herramientas que les permita a los gobernantes enfrentar a los poderes que buscan disminuir o directamente anular su capacidad de acción.
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Como Lavalle, Lamadrid era medio salvaje. No es que la historia sea utilizada, es que la historia es en gran medida una lucha por el sentido
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