BIENVENIDOS
No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.
23 ene 2011
¿FICCIONES DE UNA MEMORIA? parte 5: Los tres mosqueteros
"Jueves 2 de junio de 1988: Antes de ir a gimnasia fui a lo de Adrian, para darle un trabajo escolar. Luego fuimos al colegio y jugamos un ratito al fútbol. Después corrimos 3 vueltas a la manzana haciendo un tiempo de 5 minutos con 38 segundos. Continuamos luego con piques de a cuatro pibes. Finalizada la hora de Educación Física algunos fuimos a la casa de Adrian. Yo agarré mi carpeta, le dí unas hojas a Gonzalez y me fui. Al pasar detrás del colegio vi que en su interior estaban pateando Oscar, Leo y Pedro. Me uní a ellos y terminamos haciéndole un partidito a unos pibes que andaban por allí, a los cuáles ganamos". / Ese pequeño y sencillo recuerdo me da pie para intentar construir una imagen algo más compleja, por el distanciamiento temporal que ha transcurrido, de esos tres grandes amigos que tuve en el 4to año del secundario. La primera impresión que me causaron, al comenzar a tratarlos, fue que eran como los tres mosqueteros: todos para uno y uno para todos. Se podía apreciar entre ellos sólidos lazos que los unía. Una especie de energía vital hacía que se presentasen ante nosotros como un bloque casi indestructible. Una característica los identificaba: los tres eran repetidores del mismo año. Esa situación, sumado al hecho de que eran, al menos, un año mayor que el resto, los distinguió desde el principio. No obstante, no fueron esas particularidades las decisivas al momento de la conformación del gran grupo humano de 4to 1ra. Es que si ellos representaban a los tres mosqueteros, nosotros, sus compañeros de curso, vinimos a ser el D'Artagnan necesario para la imprescindible complementación entre ellos tres y los dos grupos que provenían de diferentes terceros años. / Es decir entonces, que si existió algún recelo o duda entre ellos y nosotros, desapareció para siempre a poco de iniciadas las clases. Los tres eran dueños de fuertes personalidades que los distinguía. Eran carismáticos y seductores por naturaleza. Si a ello le sumamos que Oscar y Leo eran los más altos del curso, era practicamente imposible evitar llamar la atención. Además no eran personas tímidas. Todo lo contrario. Siempre estaban atentos, inquietos, opinando o haciendo una broma . Pedro, sobre todo, tenía un humor particular, por momentos ácido, que hacía que permanentemente uno se sintiera alegre. Leo también era bastante jodón pero ojo con hacerlo calentar por que se armaba. Oscar no se quedaba atrás en simpatía, picardía y seducción y su vozarrón le permitía hacerse escuchar. Era un líder natural. / Pero muchas veces ocurre que estar en el centro de todas las miradas, ser el eje donde giran todas las relaciones de grupo, te termina obnubilando, encegueciendo, aislándote de todo y de todos. Sin embargo, "H", Pedro y Leo jamás cayeron en esa desgracia de creerse superiores a los demás. Quizás apreciando ese hecho es dónde uno puede ver la complementación entre los Tres Mosqueteros y D'Artagnan. Nosotros necesitábamos de ese centro de irradiación que fueron esas personalidades tan fuertes, tan luminosas y seductoras, porque uno, que tuvo un perfil más bajo, una personalidad más apagada, siempre le es gratificante ser aceptado y protegido. Pero ellos tres también se dieron cuenta, inconcientemente, que nos necesitaban allí, cerca, para poder darnos toda su energía, todas sus ganas y alegría. Fueron sabios al hacerlo humildemente, sin pretender jamás ser más que sus amigos. //
22 ene 2011
¿FICCIONES DE UNA MEMORIA? parte 4
Finalmente, luego de 36 días de huelga docente, el miercóles 20 de abril de 1988 se iniciaba el tan esperado año escolar. Sí. Realmente para un adolescente que aún no puede salir a trabajar y que termina saliendo a la calle porque en su casa se aburre y se siente encerrado, lo mejor que podía pasarle era volver al colegio. Las obligaciones escolares terminaban siendo un mal menor frente al anhelo de estar con sus amistades, los seres que más lo comprendían en éste mundo. / "Salí con Rubén de mi casa a las 7.30 hs. Al llegar al colegio ya todos estaban dentro, en el patio, pero aún no habían formado. Saludé uno por uno a mis compañeros y nos formamos. La directora dijo unas palabras alusivas, recitamos la oración a la bandera y luego fuimos al curso. De las chicas del año pasado sólo quedaron Rodriguez Ana, Berger (Benitez se había equivocado al incluirla en el grupo de los que no habían pasado de año), Toledo, Pueher, Parera y, aunque hoy faltaron, Coca y Marmori. De los varones faltó unicamente Gonzales. Eramos 9. De la otra división, la que se uniría a nosotros para formar el cuarto año contable, eran 9 varones y 13 chicas, pero creo que faltaron una o dos. Somos en total 40 : 17 de 3ro 1ra y 23 de 3ro 4ta. Ambos terceros formaron 4to 1ra". / Ya el día 25 de abril dejaba asentado que nos habían visitado promotores de empresas de turismo para el viaje de egresados a Bariloche. Pero aún era muy pronto para tomar una decisión al respecto. Hacia fines de abril registré que hacía varios días que tenía a Gonzales como compañero de banco. A mi me trataba bien pero recuerdo claramente que tuvo varios incidentes con algunos de los pibes y día a día parecía ganarse el desprecio de la mayoría. / Para el 17 de mayo habia obtenido mi primer uno del año al decirle a la profesora de Merceología que no había estudiado. "A las 17.15hs tuvimos la primer clase de Gimnasia con el quinto año de la mañana. Luego de la clase fuimos cerca de la casa de Adrian, dónde aún existían unos terrenos baldíos y jugamos al futbol hasta las 18.10 hs. Estaban Adrian Orlando Lombardo, que no jugó, Manuel "manolo" Fernandez, Roberto "lola" Esquivel, Rafael "fita" Perchivale, Gabriel Abalos, Jaime Calderón, Pedro Lebran y Leo Hagler". / Estoy seguro que todas esas instancias de reuniones fuera del ámbito escolar contribuyeron enormemente para conocernos tal cual era cada uno y solidificar lazos de amistad que, en muchos casos, aún perduran al día de hoy. A Adrian lo conocía bien. Durante los siete años de escuela primaria había sido mi mejor amigo. Pero los tres primeros años de secundaria actuaron, a pesar de cruzármelo por los pasillos del colegio, como un período de distanciamiento y al volver a estar juntos en el 4to año tuve que redescubrir muchos aspectos de su personalidad y hasta de su apariencia física. Esa relativa madurez que yo creía percibir en mí también se estaba produciendo en mis compañeros y amigos. De a poco ibamos dejando la ingenuidad que traíamos de la escuela primaria y que se prolongaba durante los primeros años de secundaria y comenzabamos a formar una personalidad más madura, más avasallante en algunos casos, más engreida y carismática otros, con la certeza de que nuestra juventud nos daba fuerzas para intentar llevarnos el mundo por delante. En Adrian me sorprendió enormemente la construcción de esa personalidad, partiendo incluso de una nueva identidad ya que siempre lo había conocido por uno solo de sus nombres. Ahora se sentía cómodo utilizando sus dos nombres con amplia libertad. El otro aspecto en que noté el gran cambio fisico que había experimentado fue, además del natural crecimiento de su cuerpo, en el nuevo look que tenia. Tengo en un rinconcito de mi memoria su imagen con el cabello corto y laceo. Ahora mostraba una cabellera digna de un león. Por lo demás continúo siendo la gran persona de siempre. Generoso con los amigos, humilde y optimista, un tipo con una gran sonrisa y que siempre tendió la mano a quien la necesitaba. //
21 ene 2011
¿FICCIONES DE UNA MEMORIA? parte 3
El año 1988 habría de significar una bisagra en mi vida. Ese verano había viajado de vacaciones a Tucumán, luego de trece años desde la última vez que habíamos estado alli, y el trato y las salidas con mis primas mayores habían actuado en mi definitivamente. Me sentía algo más maduro, seguro de mi mísmo. En marzo de ese año se iniciaban mis dos últimos años de secundaria en la Escuela de Educación Media N°2 Don Luis Piedrabuena de San Francisco Solano. Mi familia vivía a sólo diez cuadras de la calle principal de la ciudad así que, salvo los días de fuertes lluvias, íbamos caminando al colegio. Y digo "íbamos"porque desde el año 1986 mi hermano Rubén comenzó a ser mi acompañante en esas caminatas. El lunes 21 de marzo escribí en mi diario personal: "Hoy debían comenzar las clases para los alumnos secundarios, pero continúa vigente el paro docente. Cuando llegué a la esquina del banco Credicoop, dónde siempre nos reuníamos antes de ingresar al colegio, lo encontré a Moyano. Luego llegó Caceres y después Gimenez. Más tarde llegó Calderón y me dijo que se había cambiado del pedagógico al contable. Me dijeron que Benitez y Escobar, junto con Pietracone y Gallardo, que fueron "echados" del colegio, han quedado en el camino. / Después entramos adentro y la directora dijo unas palabras, seguramente tratando de explicar las razones que impedían el inicio normal de las clases. Al salir lo encontramos a "Pacha" y fuimos para la casa de Tupone. Estuvimos un rato charlando y luego nos fuimos junto con Tupone hasta la parada del colectivo ya que él tenía que ir a Quilmes. / De tercer año hemos quedado 10 varones: 4 del primer año (Caceres, Gimenez, Tupone y yo); 3 del segundo año (Moyano, Pacha y Esquivel); y 3 del tercer año (Alfieri, Calderón y Gonzalez). Se dice que de mi división del año pasado repitieron 13 o 16" / Por aquel entonces, y salvo que hubieses repetido uno o más años, la secundaria tenía una duración de 5 años para los bachilleres contable o pedagógico y de 6 años para quienes decidían ir a una escuela técnica. Esa situación de tener que elegir entre el bachiller contable y el pedagógico cuando llegabas al cuarto año potenciaban el carácter de bisagra que destaqué al inicio del relato. Y en cuarto año, además, y como en los dos años anteriores, se sumaban a tu grupo los alumnos que venían de un tercer año diferente al tuyo. Ya ese 21 de marzo de 1988 hacía especulaciones de cuantos seríamos en cuarto año y de quiénes serían mis nuevos compañeros: "De los varones del otro tercero vi como a ocho pibes pero seguramente han de faltar algunos. Así que sumaremos como 20 varones". Ese cálculo estuvo muy cerca de la realidad ya que, finalmente, terminamos siendo 19 varones en el cuarto año contable del turno mañana. / En esos años de secundaria y adolescencia, la amistad, al igual que el amor, adquiere preponderancia descomunal, absoluta. Todo, o casi todo, gira en torno de los amigos. Son durante esos años que se edifican las amistades más duraderas y también dónde se derrumban las más efímeras, las más precarias. Durante mis tres primeros años en el Piedrabuena había forjado una poderosa amistad con Carlos Alberto Benitez. De pronto, antes de iniciar el cuarto año me encontraba con la noticia que no había pasado de año. Así lo reflejé ese 21 de marzo de 1988: "A las dos de la tarde fui a la casa de Benitez, y las versiones se confirmaron. Había repetido. Cuando llegué a su casa estaba durmiendo. Un rato antes había regresado desde la capital. Había ido a buscar trabajo. También se inscribió en una escuela de Quilmes, en el turno noche. Le pedí unas cosas que le había prestado el año pasado, conversamos un buen rato y nos despedimos. Antes de hacerlo me contó que repitieron Gianico, Serrano, Rodriguez Marcela, Spadano, Berger, Aragón, Zabala y otras más. Quizás Ramirez también repitió". //
8 ene 2011
FICCIONES DE UNA MEMORIA? parte dos
Puede llegar a ser aterrador tomar conciencia que a medida que avanzamos en edad los recuerdos de nuestros primeros años de vida se nos han borrado de la memoria. Incluso puede pasar que porciones enormes de recuerdos de tiempos más recientes permanezcan en una especie de nebulosa o, directamente, en la oscuridad total. Por suerte, o por designio del destino, o por mandato divino, o por pura casualidad, a mis 16 años aún recordaba algunos detalles y hechos de mis primeros años escolares: "Yo tendría que haber comenzado la escuela primaria en el año 1977, pero por haber nacido en el mes de noviembre comenzé un año después. Mis padres me enviaron a la escuela n°53 de San Francisco Solano, partido de Quilmes. Al lado había otra escuela, la 32. Cómo la 53 tenía una mejor apariencia edilicia se decía que allí se enseñaba mejor y que, como si fuese poco el argumento anterior, en la 32 concurrían los chicos más pobres. Seguramente que fueron por esas razones que mis padres me enviaron a la escuela 53, aunque, sinceramente, debo decir que mi familia estaba más cerca de ser pobre que de ser rica" / No hay que pensarlo dos veces para advertir que ese razonamiento de creer que la educación es superior en un establecimiento sólo por su apariencia o porque allí no van niños pobres es propio de una estupidez descomunal. Sin embargo, los adultos, muchas veces pensamos de ese modo. ¡Qué desilución para mis padres cuando, al poquito tiempo de iniciadas las clases, debieron cambiarme a la escuela de al lado! Pero algunos recuerdos de esos pocos días en la 53 sobrevivieron: "Me acuerdo, como si fuese hoy, que el primer día de clases lloré. No quería quedarme y tengo la imagen de mi madre marchándose mientras me sujetaba una maestra. Superado ese mal momento sólo conservo algunas imágenes aisladas: en el patio, cuando izaban la bandera, en la fila en formación y una compañerita que tenía dificultades para caminar y que además era una vecina. Finalmente, al transcurrir casi todo el primer mes del calendario escolar sin tener maestra titular y tampoco suplente, mis padres decidieron cambiarme a la escuela nº32. Debo acotar que a la 53 concurría en el turno tarde. A partir del cambio asistiría a clases por la mañana".
3 ene 2011
FICCIONES DE UNA MEMORIA?
Por lo visto el abanico de posibles profesiones para mi futuro era amplio, o por lo menos podía abarcar actividades que involucrasen letras y números. Ahora que lo pienso hasta parece haber una contradicción o una lucha de poderes en esa situación: ¿como era posible que me gustasen las matemáticas y al mismo tiempo las letras? Significaba ello que estaba más abierto a la incorporación de conocimientos? De ser asi, ¿en que momento dejé de apreciar a los números? ¿Por qué comenzé a tener miedo de las matemáticas? Se suele temer lo que no conocemos. Pero también a lo que no dominamos. ¿Cuando dejé de tener el control sobre los números? ¿Implicó ello un triunfo de las letras, de las palabras? No estoy seguro. Desde el punto de vista de mi vida actual no hubo victoria para las letras ni para los números: no soy escritor, ni periodista, mucho menos economista. Probablemente no interese mucho, por ahora, saber qué soy sino qué fuí. Toda la secundaria los números y las letras convivieron en mi. No sé si fue de manera armoniosa pero por lo menos no evidenciaron su rivalidad, quizás por aquello de estar predispuesto a recibir el conocimiento: mi intelecto se nutría de las letras y los números. Con el inicio de mi actividad laboral los números parecieron sacar ventaja, hacerse más fuertes. En mis primeros trabajos manejé dinero. Fuí desde mozo de la cafeteria de la empresa, pasando por cadete de la sección Caja y Bancos, hasta, luego de una meteorica carrera ascendente, el cajero de moneda extranjera. Todo ese período de mi vida pareció ser el triunfo definitivo de los números, de las matemáticas. Pero un día todo se fue al tacho. Esa será una historia para otro momento. Lo que interesa decir ahora es que a partir de entonces los números quedaron sepultados hasta el día de hoy. (Continúa)
2 ene 2011
MEMORIAS DE UN SOÑADOR: Ficcionalizando los recuerdos o recordando lo imaginado?
Revisando viejos cuadernos encontré una introducción a textos que escribí en mi adolescencia, en los años 1987 y 1988. Ya por entonces intentaba dejar un registro de lo que me pasaba y de lo que acontecía a mi alrededor y en el país. Pero no todo era una lineal descripción del presente. También hacía uso de la memoria para recordar mis primeros años escolares y hasta me animaba a pensar en el futuro, tratando de proyectarme a tiempos que habrían de venir. Escribí en esa introducción: "Pienso que voy hacer cuando sea un poco más grande, no sé porqué, pero conseguir la respuesta se me dificulta. Qué economista, periodista o escritor. Las tres profesiones me agradan pero cuando me pongo a pensar veo que la situación es difícil. ¿Porqué la economía? Tal vez porque sea la que con mejores perspectivas se me presenta: me gustan las matemáticas; también recuerdo que en una oportunidad mi padre me preguntó que carrera iba a seguir y yo le dije que la misma que mi primo Ricardo: Ciencias económicas. Mi padre me dijo que estaba de acuerdo, que era la mejor que pude haber elegido". Seguramente en ese razonamiento pesó mucho la idealización que había elaborado de mi primo: "Ricardo era como un ídolo para mí. Yo trataba de seguir sus pasos. Él había ido a la escuela n°32 de San Francisco Solano, como yo, y luego hizo la secundaria en el colegio Don Luis Piedrabuena, donde yo estoy concurriendo. Después fue a la facultad de ciencias económicas". Otra de las profesiones que consideraba por aquel entonces era el periodismo, pero al parecer aun no terminaba de constituirse como una alternativa con peso propio: "¿Periodismo? No sé. Puede ser por su vinculación con las letras. ¿Y el ser escritor? La verdad es que yo no nací con alma de literato. Pero mi maestra de séptimo grado influyó en esa idea. Graciela Legnani era su nombre. Todo empezó cuando pidió que escribiesemos un cuento a partir de tres posibles títulos que ella nos dió. Así fue cómo cuando había que escribir comenzé a destacarme sobre la mayoría, aunque debo reconocer que había chicos muy buenos como escritores. Hace poco reuní mis escritos en una especie de libro al que titulé "La montaña de cristal y otros cuentos", pero jamás lo llevé a ninguna imprenta ni nada por el estilo. Y ahora estoy escribiendo esto, tratando de encontrarme como escritor y calificándome como un soñador. Quizás no soy ni seré un escritor pero si soy y seré un soñador. Siempre soñando en lo que seré, en el futuro de mi país y del planeta". CONTINUA
31 dic 2010
EL VIAJERO, parte seis
Era evidente que mi clon había llegado antes que yo a esta realidad: ya vestía las típicas prendas del gaucho de estas pampas. Con veloz movimiento llevó su mano derecha a su espalda y extrajo de su cinturón un enorme facón que en cuestión de segundos exibió frente a mis ojos. El sol de la tarde comenzaba a declinar su posición en el firmamento y unos pocos hombres, que habían estado tomando ginebras y jugando a las cartas, ahora buscaban mejores posiciones, convertidos en un público ávido de acción. En esos instantes siento un chistido desde un costado. Era un muchachito, que me lanzaba un poncho al grito de: _¡para que la cosa no sea tan despareja! / No veía la forma de que un pedazo de tela pudiera ser de utilidad en esas circunstancias pero enseguida, en un arranque de ebullición ancestral, envolví mi brazo izquierdo con aquel poncho y me posicioné como para repeler el inminente ataque de mi clon. / Sin previó aviso se lanzó sobre mi como fiera salvaje. Su fuerza era inusitada y tuve que esforzarme sobremanera para poder contener su atropello. Sin embargo, luego de un par de interminables minutos, logró desestabilizarme y mi espalda quedó pegada al suelo. Reiteradas ocasiones el facón había rozado mi brazo cubierto con el poncho pero apenas me lastimó. Fue entonces que advertí que mi rival me estaba ofreciendo una ventaja: vaya a saber por qué razón se había olvidado de ponerse, bajo la camisa, la vestimenta que empleamos en los viajes temporo-espaciales. La misma es de un material liviano pero de una resistencia extraordinaria. No podía dejar pasar una situación así. Liberé mi brazo del poncho que lo cubría y se lo arrojé a la cara. Esos segundos de distracción bastaron para que pudiera apoyar mis manos en el suelo y asi obtener la fuerza necesaria para empujar con mis piernas a mi contrincante. Cuando finalmente logró zafar del poncho la situación se había modificado: era él quien tenía ahora la espalda contra el piso, aunque todavía tenía el facón en su poder. Comenzé entonces a ejercer mayor fuerza sobre su brazo. Paulatinamente fui logrando torcer su muñeca y haciendo que el facón apuntase a su pecho. Todas estas acciones acontecían a gran velocidad, pero para mi, y supongo que para él también, todo parecía transcurrir en cámara lenta, como si la muerte se deleitase en hacernos ver lo endeble y lo efímero que es la existencia, que en definitiva, ella, la muerte, siempre obtiene ganancias de los enfrentamientos humanos. / Yo estaba listo para dar el golpe certero que podía acabar con su vida. Pero dudaba, temía aniquilar a ese ser. ¿No era un humano más? De pronto mi rostro se desvirtuó por una mueca de contradicción, de confusión y de perdición. Él, mi doble, me miraba fijo. Primero con sus labios esbozando una sonrisa sarcástica, luego comenzó a reir, a carcajadas, perversamente. Ello me perturbó enormemente. ¿Por qué reía ante su muerte? ¿O acaso nunca creyó que me atrevería? Seguramente sabía que jamás, en mi larga trayectoria, había asesinado a persona alguna. Pero en ese instante, en esas circunstancias, su desafiante actitud y las últimas palabras que pronunció, sumado al hecho de saber que nunca desistiría de su intención de matarme, desencadenaron los mecanismos de la locura y de la sed de sangre: _¡Házlo ya Juan!...mi vida no tiene valor...además has fracasado en tu misión... Mariano Moreno y su revolución tienen los días contados...vos también has d... / No llegó a terminar la frase. El facón clavado en su pecho se lo impidió. Un irracional impulso, mezcla de pasión, odio y locura, encegueció mi alma, quizás por el resto de mis días. / Ya no sé cuanto tiempo permanecí tirado junto al cuerpo inerte de mi clon. Cuando al fin reaccioné la sangre emanada manchaba mis manos y mis ropas. ¿Pero se trataba realmente de su sangre o era la mia propia? ¿Había acabado con su vida o era la mía la que había aniquilado? Me dieron ganas de vomitar ante la visión de aquella escena y entonces desperté, afiebrado, en el viejo catre que me ofreciera José. Mis ropas ensangrentadas sobre una silla me daban la certeza de que todo aquello no había sido una pesadilla más. // CONTINÚA
26 nov 2010
EL VIAJERO, parte cinco
No puedo decir que tuve un sueño reparador. Mientras mi conciencia dormía mi subconciencia se perdía en un vertiginoso torbellino de imágenes y palabras. Me vi parado en la plataforma de despuegue de la astronave madre, listo para ser transportado al tiempo y el espacio de mi nueva misión. Horas antes había recibido las instrucciones para la ejecución de la misma. Eran lineamientos generales que debíamos seguir, aunque, a decir verdad, contábamos de un amplio margen de acción para el cumplimiento de nuestros objetivos. Estando ya en la realidad donde debíamos operar no podíamos darnos el lujo de esperar mucha ayuda externa, simplemente por que muy pocas personas sabían quienes eramos y cuales eran nuestros objetivos. De allí el tremendo impacto que fue encontrarme con mi doble. / Cuando ya estaba alejándome de una pulpería escucho una voz familiar que me grita: _¿A donde crees que vas tan apurado, eh? . Cuando me di vuelta comprendí al instante porque aquella voz me resultaba tan familiar: ¡era mi propia voz! o, mejor dicho, ¡la réplica de mi voz siendo emitida por un sujeto que, a simple vista, era yo! / Qué extraordinaria habrá sido mi sorpresa que el clon continuo avasallando mi silencio con sus punzantes palabras: _¿No pensastes que pudieramos seguirte hasta aqui, verdad? La corporación te considera una amenaza y me ha encomendado tu aniquilamiento. Qué ironía, ¿no? Tanto te apasiona la historia y pronto pasarás a formar parte de ella. / Mientras me decía todo esto se había estado acercando a mi con paso firme y resuelto, aprovechando mi aparente parálisis ante semejante aparición. (continúa)
23 nov 2010
LOS BARCOS BRITÁNICOS DE GUERRA SALUDABAN LA INDEPENDENCIA DESDE EL RÍO, por E. GALEANO, parte dos
Cuando se constituyó la junta revolucionaria en Buenos Aires, el 25 de mayo de 1810, una salva de cañonazos de los buques británicos de guerra la saludó desde el río. El capitán del barco Mutine pronunció, en nombre de Su Majestad, un inflamado discurso: el júbilo invadía los corazones británicos. Buenos Aires demoró apenas tres días en eliminar ciertas prohibiciones que dificultaban el comercio con extranjeros; doce días después, redujo del 50 por ciento al 7,5 por ciento los impuestos que gravaban las ventas al exterior de los cueros y el sebo. Habían pasado seis semanas desde el 25 de mayo cuando se dejó sin efecto la prohibición de exportar el oro y la plata en monedas, de modo que pudieran fluir a Londres sin inconvenientes. En septiembre de 1811, un triunvirato reemplazó a la junta como autoridad gobernante: fueron nuevamente reducidos, y en algunos casos abolidos, los impuestos a la exportación y a la importación. A partir de 1813, cuando la Asamblea se declaró autoridad soberana, los comerciantes extranjeros quedaron exonerados de la obligación de vender sus mercaderías a través de los comerciantes nativos. "El comercio se hizo en verdad libre". Ya en 1812, algunos comerciantes británicos comunicaban al Foreign Office: "Hemos logrado...reemplazar con éxito los tejidos alemanes y franceses". Habían reemplazado, también, la producción de los tejedores argentinos, estrangulados por el puerto librecambista, y el mismo proceso se registró, con variantes, en otras regiones de América Latina. / De Yorkshire y Lancashire, de los Cheviots y Gales, brotaban sin cesar artículos de algodón y de lana, de hierro y de cuero, de madera y porcelana. Los telares de Manchester, las ferreterías de Sheffield, las alfarerías de Worcester y Staffordshire, inundaron los mercados latinoamericanos. EL COMERCIO LIBRE ENRIQUECÍA A LOS PUERTOS QUE VIVÍAN DE LA EXPORTACIÓN Y ELEVABA A LOS CIELOS EL NIVEL DE DESPILFARRO DE LAS OLIGARQUÍAS ANSIOSAS POR DISFRUTAR DE TODO EL LUJO QUE EL MUNDO OFRECIA, PERO ARRUINABA LAS INCIPIENTES MANUFACTURAS LOCALES Y FRUSTRABA LA EXPANSIÓN DEL MERCADO INTERNO. Las industrias domésticas, precarias y de muy bajo nivel técnico, habían surgido en el mundo colonial a pesar de las prohibiciones de la metrópoli y conocieron un auge, en vísperas de la independencia, como consecuencia del aflojamiento de los lazos opresores de España y de las dificultades de abastecimiento que la guerra europea provocó. En los primeros años del siglo XIX, los talleres estaban resucitando, después de los mortíferos efectos de la disposición que el rey había adoptado, en 1778, para autorizar el comercio libre entre los puertos de España y América. Un alud de mercaderías extranjeras había aplastado las manufacturas textiles y la producción colonial de alfarería y objetos de metal, y los artesanos no contaron con muchos años para reponerse del golpe: la independencia abrió del todo las puertas a la libre competencia de la industria ya desarrollada en Europa. Los vaivenes posteriores en las políticas aduaneras de los gobiernos de la independencia generarían sucesivas muertes y despertares de las manufacturas criollas, sin la posibilidad de un desarrollo sostenido en el tiempo. //
21 nov 2010
LOS BARCOS BRITÁNICOS DE GUERRA SALUDABAN LA INDEPENDENCIA DESDE EL RÍO., por E. Galeano, parte uno
La maquina de vapor, el telar mecánico y el perfeccionamiento de la máquina de tejer habían hecho madurar vertiginosamente la revolución industrial en Inglaterra. Se multiplicaban las fábricas y los bancos; los motores de combustión interna habían modernizado la navegación y muchos grandes buques navegaban hacia los cuatro puntos cardinales universalizando la expansión industrial inglesa. La economía británica pagaba con tejidos de algodón los cueros del Río de la Plata, el guano y el nitrato de Perú, el cobre de Chile, el azúcar de Cuba, el café de Brasil. Las exportaciones industriales, los fletes, los seguros, los intereses de los préstamos y las utilidades de las inversiones alimentarían, a lo largo de todo el siglo XIX, la pujante prosperidad de Inglaterra. En realidad, antes de las guerras de independencia, ya los ingleses controlaban buena parte del comercio legal entre España y sus colonias, y habían arrojado a las costas de América Latina un caudaloso y persistente flujo de mercaderías de contrabando. El tráfico de esclavos brindaba una pantalla eficaz para el comercio clandestino. (...) Las tropas británicas habían conquistado Trinidad, en el Caribe, al precio de una sola baja, pero el comandante de la expedición, sir Ralph Abercromby, estaba convencido de que no serían fáciles otras conquistas militares en la América hispánica. Poco después, fracasaron las invasiones inglesas en el Rio de la Plata. La derrota dió fuerza a la opinión de Abercromby sobre la ineficacia de las expediciones armadas y el turno histórico de los diplomáticos, los mercaderes y los banqueros: un nuevo orden liberal en las colonias españolas ofrecería a Gran Bretaña la oportunidad de abarcar las nueve décimas partes del comercio de la América española. La fiebre de la independencia hervía en tierras hispanoamericanas. A partir de 1810, Londres aplicó una política zigzagueante y dúplice, cuyas fluctuaciones obedecieron a la necesidad de favorecer el comercio inglés, impedir que América Latina pudiera caer en manos norteamericanas o francesas, y prevenir una posible infección de jacobinismo en los nuevos países que nacían a la libertad. (continúa)
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