BIENVENIDOS
No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.
3 ago 2010
MANIPULANDO LA HISTORIA, la versión de Hugo Biolcati
En su discurso de inauguración de la exposición de Palermo, Hugo Biolcati, titular de la Sociedad Rural Argentina, hizo una curiosa interpretación de la historia argentina, en un desesperado intento por conquistar la atención y la voluntad de la clase política opositora al gobierno nacional. Humildemente creo que la versión presentada por este señor, sesgada por una ideología conservadora y oligárquica y por intereses corporativos, es una demostración cabal de como se puede manipular la historia, para hacerla parecer estar de su lado. Éste grosero intento de adueñarse de la historia debería ponernos en alerta y es de esperar que los intelectuales y la ciudadanía despierta salgan a contradecir y repudiar la versión histórica de Hugo Biolcati. ¿Qué fue lo que dijo éste señor? Basicamente intentó presentar a los hombres de campo como "los forjadores de la patria" y que estos hombres vivieron su esplendor cuando predominó en el país una ideología liberal, librecambista y elitista. Es así entonces que nos dice que la nación vivió su época dorada hace cien años atrás, que a mediados del siglo XX el país entró en decadencia y, finalmente, en la actualidad, con el Kirchnerismo, la Argentina ha desbarrancado. Dice Biolcati: "Cada vez que castigamos al campo nos equivocamos. En el centenario éramos el granero del mundo y una de las naciones más prósperas del planeta. En el Bicentenario somos un país vapuleado por la corrupción, la imprevisión, la exclusión y la pobreza". Claro que tampoco dejó pasar la oportunidad para pegarle duro al gobierno nacional al que calificó de autoritario, soberbio, egoísta, crispado, arrogante, confrontativo e intemperante. Con ello se ganó el aplauso de sus compañeros de la Mesa de Enlace y de los políticos opositores, Mauricio Macri y Eduardo Duhalde, entre los más destacados. / La versión histórica que expuso Biolcati no se inició en 1880 sino que retrocedió hasta los inicios mismos del país independiente y por poco no presentó a Mariano Moreno y Manuel Belgrano como los padres ideológicos del modelo de país que tanto añoran "los hombres del campo". De Belgrano destacó su "tarea de promoción de la agricultura, a la que consideraba un pilar del progreso económico de las naciones" y de Moreno dijo que Escribió la Representación de los Hacendados y "luchó por la libertad de comercio, contra los altos gravámenes que exigía el cabildo virreinal". Ésta última afirmación le sirvió para compararse con Moreno al decir que luego de 200 años "estamos luchando contra otros gravámenes exigidos por otros mandatarios". / Luego su discurso se centró en su etapa predilecta, el Centenario: "En 1919 las exportaciones superaban los mil millones de dólares, récord recién superado en 1946. El 50 por ciento del comercio exterior de toda América del Sur era argentino. ¿Dónde equivocamos el camino? ¿Porqué perdimos el rumbo?" se preguntó. Ciertamente llama la atención que Biolcati presente al Centenario como una realidad casi utópica, un mundo feliz sin conflictos sociales mientras que el Bicentenario es un tiempo cuasi apocalíptico: "Hace cien años el debate era si debíamos ser como los grandes países de Europa o como los Estados Unidos. Hoy compartimos con los países más humildes y castigados de la Tierra los últimos puesto del ranking de calidad institucional" remató. / En el diario Página 12 del domingo 1 de agosto se puede leer: "Cualquier desprevenido que ayer escuchó al titular de la Sociedad Rural podría haber pensado que los historiadores mienten cuando dicen que la buena performance exportadora de comienzos del siglo XX se combinó con profundas desigualdades sociales, altos niveles de pobreza y el fraude como herramienta política sistemática. De hecho en 1910 se registró el número más elevado de huelgas y disturbios sociales de la época, pero Biolcati prefirió obviar esa parte de la historia y .rápidamente se traslado al presente" / Con respecto a lo que afirma Biolcati sobre Moreno y Belgrano es lógico que ese sea su pensamiento ya que, como bien lo dice Norberto Galasso, "la historiografía mitrista ha inventado "un Mariano Moreno apóstol del liberalismo económico". Sobre esto último el historiador citado realiza una muy interesante reflexión: "se comete una deformación grave al caracterizar a Moreno como partidario de la libre importación, tomando por argumento el alegato profesional redactado en 1809 en "Representación de los Hacendados y Labradores solicitando el libre comercio". Propiciar la libertad de comercio en reemplazo de un régimen monopólico, no significa definirse contra los aranceles a la importación o la prohibición de ingreso de algunos productos sino comerciar con todos, pero hacerlo del modo y en las condiciones que nos resulten más convenientes.(...) "Ese" Moreno -nacido el 23 de mayo de 1810 cuando su acción política se ensambla con "los chisperos" y agitadores y lo lleva a los primeros planos del escenario político- nada tiene que ver con el abogado de Mackinnon, el autor de la "Representación" o el socio de Álzaga en la asonada del 1 de enero de 1809". Lo que nos dice Galasso es que el Moreno que está en el poder ya tiene otro pensamiento, seguramente influenciado por su experiencia de gobierno y por las protestas de productores y artesanos que ya en 1809 se quejaban de la competencia practicada por la mercadería importada de mejor calidad y menor costo. Por ello es que "mientras intenta estimular las exportaciones (para lo cual rebaja el arancel), (continúa en los comentarios)...
30 jul 2010
HEROICA RESISTENCIA
¿Qué diablos estoy haciendo aquí? Parece que ha transcurrido una eternidad desde el momento que decidí ofrecerme como voluntario al ejército patrio, ¡pero en realidad han pasado solo algunos meses! Yo estaba ansioso por encaminar mi existencia por otros rumbos. Quería y necesitaba otorgarle a mi vida una alta dosis de acción y aventuras. Y unos amigos me convencieron que las encontraría incorporándome al ejército que el gobierno de Buenos Aires decidió enviar al Paraguay. ¿Qué me iba a quedar haciendo en la ciudad? ¿Discutiendo en el café de Marco sobre teorías políticas y filosóficas nacidas en latitudes distantes y a las cuales la juventud dorada de Bs. As. le profesaba toda su devoción? No. Todo muy lindo pero eso no era para mi. A las grandes naciones las construyen, además de los hombres de ideas, los hombres de acción, y estas son horas en que todo sacrificio es insuficiente, ¡pero igual hay que hacerlo!, porque estando de brazos cruzados la grandeza de la patria jamás se concretará. ¡Uy, ya estoy hablando como nuestro jefe! Es que su entusiasmo y valentía es tremendamente contagioso. Él bien podría estar ejerciendo su profesión, tranquilamente sentado en su estudio de abogado o dedicado a pleno a las vitales cuestiones políticas, propias de una nación que acaba de nacer y que ya intenta dar sus primesos pasos o codearse con lo mejor de la alta sociedad porteña, siendo codiciado por las mujeres más cultas y hermosas y envidiado por los hombres más poderosos. Sin embargo, los designios del destino lo han forzado a tomar las armas y vestirse de jefe militar. Su amigo Mariano Moreno, secretario de la Junta de gobierno, le ha solicitado que se ponga al frente de ese ejército que debe marchar al Paraguay. Su gobernador se resiste a reconocer a nuestro primer gobierno patrio y es menester propagar la revolución a todos los confines del territorio, llevando los ejércitos para aplastar la resistencia de los maturrangos y la de todos aquellos que aún les son fieles. / Luego de que nuestro ejército cruzara el Paraná, los paraguayos, astutamente, nos permitieron adéntrarnos en su territorio hasta Paraguary, pero la superioridad en número de sus fuerzas terminó devastando nuestras tropas. Con suma dificultad el General Belgrano y sus oficiales lograron reorganizar a los hombres y se decidió retroceder hasta las orillas del río Tacuarí. El General pretendía resistir allí, confiado en que pronto llegarían los refuerzos solicitados a Bs. As., pero la ayuda nunca llegó. Seguramente que los paraguayos jamás se imaginaron que les ofreceríamos resistencia luego del desastre sufrido en Paraguary, y más aún en ese momento, en que ellos, del otro lado del Tacuarí, contaban con un ejército de más de dos mil hombres y nosotros apenas habíamos podido reunir una fuerza de un poco más de cuatrocientos. Pero si los espartanos habían hecho historia con 300 valientes quizás nosotros también lo podíamos lograr. / Manuel Atanasio Cabañas, comandante de las fuerzas enemigas, decide finalmente atacarnos el 9 de marzo de 1811. Para ello ha dispuesto la división en dos de sus tropas. Una, de frente a nosotros, cruza el río con ayuda de un puente que ingeniosamente han construído para la ocasión. El grueso de su ejército nos ataca por uno de los costados, luego de evadir el río y abrir un sendero en la selva. Allí nuestros hombres son rodeados por la caballería paraguaya. El General Belgrano decide ir con un grupo de hombres a socorrerlos, dejando en la defensa del paso del rio al mayor Celestino Vidal. Sin embargo, un cañonazo del enemigo lo deja prácticamente ciego. Aun así Vidal continúo guerreando gracias a un niño que tocaba el tambor y que se convirtió, literalmente, en su lazarillo. Su nombre era Antonio Rios y aun me parece verlo y escucharlo tocar su tambor, mientras marchaba, animando a los soldados para que siguieran combatiendo. Pero de pronto dejamos de escucharlo. Había sido alcanzado por las balas del enemigo. Luego, finalizada ya la batalla, descubriríamos su cuerpito cubierto de barro y sangre. / ¡Y qué batalla! Bueno, en realidad fueron cuatro batallas dentro de una. Fueron siete horas de encarnizada pelea. Y en un momento dado llegué a pensar: ¿acaso ha perdido la razón nuestro General? Sucesivamente Cabañas le envía por medio de emisarios una petición de rendición y sucesivamente es rechazada por Belgrano. Su respuesta a los paraguayos es contundente: "No nos vamos a rendir facilmente. La razón está de nuestro lado. Venimos a ofrecerles que se unan a los pueblos libres y que envíen sus diputados al Congreso General que ha de reunirse en Buenos Aires. Pero ustedes han optado por ser fieles al soberano español y atacar a éste General y su ejército". Con semejante respuesta los paraguayos habrán pensado: "Éste General que parece tan santito terminó liberando un infierno en el campo de batalla". Y la lucha fue feroz, despiadada. Se peleaba con lo que se tenía a mano, cuerpo a cuerpo, cara a cara, ¡hasta los dientes servían para lastimar al enemigo! ¿Y cómo no llenarse de coraje, viéndolo a nuestro General, como un espectro, de aquí para allá, con su sable en alto, dando gritos de aliento y muerte a los cuatro vientos? La firme resistencia de Belgrano y sus hombres obligó a los paraguayos a detener su ataque. Rápidamente organizamos lo que quedaba de nuestra tropa en una lomada cercana y desde allí se le envió una misiva a Cabañas donde Belgrano le decía: "Las armas de Bs.As. han venido a auxiliar y no a conquistar al Paraguay....
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