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No soy politólogo, ni sociólogo, ni historiador, ni crítico literario, ni músico. Aunque les confieso que me gustaría ser algo de todo lo que mencione. Si puedo decir que soy escritor y quizás a través de mis palabras pueda de algún modo aproximarme a lo que no soy.

12 mar 2013

DISPUTÁNDOLE LAS PALABRAS AL PODER

Cuatro de la mañana, tomando el obligado café para no sucumbir ante el cansancio.
Agotamiento físico y mental que no contribuye a esclarecer sobre qué escribir. Pero algo debo decir, algo debo proponer reflexionar o debatir, posicionándome desde un marco teórico y/o en mis convicciones.

Y mis dedos permanecen suspendidos sobre el móvil desde el cuál me comunico con las comunidades virtuales, a la espera de algún mágico hechizo que logre que las teclas alfanúmericas comienzen a plasmar mi pensamiento en la pantallita del celular.

Y entonces tomo conciencia de ese miedo que sienten algunos escritores al proponerse escribir: el de la hoja en blanco que parece hablarles con una mezcla de burla y soberbia. Pero al poco tiempo, esos escritores, dejan sus dudas y temores de lado y comienzan a escribir.

Algo parecido me pasa a mí, aun sin considerarme al nivel de ellos, pero sabiendo que la mayoría de nosotros, los que escribimos, recibimos desde algún lugar, quizás desde lo más profundo del universo, un misterioso impulso a apropiarnos de las palabras para crear mensajes, discursos y actuaciones que le den sentidos a la existencia humana; sentidos que no suelen ser del agrado del Poder, en especial del mediático o comunicacional, ya que su primordial objetivo es la creación de un discurso que penetre nuestras conciencias, y así "lavarnos el cerebro", eliminando toda idea crítica, todo proceso reflexivo de la realidad, y de la historia, claro, procurando la naturalización de la miseria, la exclusión, explotación y aniquilamiento de amplios sectores de la humanidad.

La resistencia del escritor reside en no dejarse atrapar por el discurso envolvente y succionador del Poder, descifrando sus verdaderos sentidos y, sobre todo, disputándole el control de las palabras, materia prima con la que el Poder nos manipula y domina.

Ven ustedes como esas dudas y miedos, planteadas al inicio, dieron paso al avance arrollador de las palabras?
No me digan que no hay algo de mágico en todo ello!

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