Algunas de las reflexiones políticas que me hago giran, inevitablemente, sobre el accionar diario de nuestro gobierno, explicitando cada vez que puedo mi admiración por nuestra presidenta y mi identificaciòn con el modelo político del kirchnerismo.
Aunque también debo reconocer que mi esfuerzo intelectual procura trascender la coyuntura y su vértigo, para lanzar líneas de anàlisis y de interpretación hacia el pasado argentino, animàndome también, en ocasiones, a realizar conjeturas y proyecciones de lo que podria pasar en el futuro.
En entradas anteriores he venido planteando cuestiones relativas a la batalla cultural y la ausencia de solidaridad e incoherencias de la clase media, temàticas inexorablemente vinculadas entre sí.
A su vez, esos planteos, adquieren mayor entidad a la luz de la marcha y protesta del 8N y del Paro "general" del 20N.
Uno de los objetivos declarados -quizàs el principal- para el segundo mandato presidencial de Cristina Fernàndez es la profundización del modelo. La propia Presidenta ha expresado que no se trata de un modelo económico sino de uno Político.
Sin embargo, hay que reconocerlo, se està haciendo evidente que tal profundización se va diluyendo, apaciguando o directamente obstaculizando por el accionar de diversas fuerzas contrarias a las intenciones del gobierno nacional.
Seguramente han de existir varias posibles razones que expliquen esta situación. Intentemos abordar algunas de ellas.
Quizàs lo primero que hay que decir es que con las intenciones de producir cambios no siempre alcanza. Se ha dicho muchas veces que el Kirchnerismo es la posición política de izquierda -o centroizquierda- que representaría un límite para el grueso de la sociedad: màs allà de los Kirchner, y del pensamiento político-económico que representan, no habría margen para la implementación de políticas màs extremas
¿Una profundización del modelo no implica acaso políticas màs extremas? ¿Cuàles son los límites tolerados?
El tema es complejo y fascinante y aquí no se podràn dar respuestas definitivas, pero una cuestión central es que ningún gobierno democràtico puede realizar profundos cambios culturales, o en la estructura productiva, o en el sistema político, sin fuerzas suficientes para enfrentar los factores de poder siempre contrarios a tales cambios; y en esa fuerza requerida se hace imprescindible el concurso de la voluntad popular.
Pero, si continuamos profundizando sobre la relación de la ciudadanía con el gobierno, podemos apreciar que algunos argumentos de las manifestaciones y protestas no se fundamentan, precisamente, en la ejecución de políticas de izquierda. Así por ejemplo, el recorte salarial de muchos trabajadores, vía Impuesto a las Ganancias o el no cobro de las asignaciones familiares, distan mucho de ser políticas de un gobierno de izquierda.
Las razones para tales recortes salariales, que provocan un comprensible fastidio en trabajadores y sindicalistas, no habría que buscarlas tanto en una política-económica que dejó de ser peronista y popular, sino màs bien en las necesidades macroeconómicas derivadas de una profunda y severa crisis global del capitalismo. Es el sacrificio que la situación reclama a los trabajadores argentinos.
CONTINÚA...
Diciembre de 2014, finalmente, más de dos años despues, retomo la continuación de estas reflexiones. Y es llamativo que mis opiniones actuales puedan insertarse y acomodarse casi con "naturalidad" al texto que escribí en noviembre de 2012.
El título de aquella vez tiene estrecha vinculación con una pregunta que formulé días atrás en el muro de mi Facebook: "hasta cuando es conveniente tensar una situación que puede llegar a explotar por no querer claudicar o por mera obstinación?"
Dicho interrogante buscaba iniciar una autocrítica a la política del gobierno nacional por su decisión de mantener intacta su posición frente a lo que se ha dado en llamar " impuesto a las ganancias ".
Siempre he considerado la aplicación de ese " impuesto" como una de las formas que evidencia la batalla socio cultural por lograr una sociedad más justa, solidaria e igualitaria. Los gobiernos identificados con ese tipo de sociedad son los que levantan las banderas, buscando entusiasmar a la ciudadanía en la interiorización de los beneficios de la victoria.
Sin embargo, la batalla comienza a perderse cuando los ciudadanos no se sienten identificados por determinadas banderas y retacean su respaldo a los gobernantes, debilitando su autoridad.
Habíamos dicho que el gobierno nacional aplicaba el "impuesto" ante la gravedad de la situación económica internacional. También dijimos que era un "sacrificio " que se le pedía a los trabajadores de mayores ingresos.
Hay que decir ahora que el contexto económico mundial sigue igual o está peor que hace dos años atrás, que la economía argentina muestra claras evidencias de desaceleración y estancamiento, y complicando aun mas la situación estamos sufriendo el permanente hostigamiento de los fondos buitres.
Todo ello ha llevado al gobierno a políticas que buscan frenar el descenso de las reservas del Banco Central y a la no actualización de las escalas salariales que deben pagar el "impuesto a las ganancias", lo que ha derivado en el incremento de la cantidad de trabajadores que sufren un descuento salarial por tal concepto.
Esta situación, sumado a los elevados índices de inflación y al real deterioro de algunas variables de la economía, han provocado una escalada de los reclamos y de los conflictos gremiales.
Hace unas horas la Presidenta ha comunicado la decisión de no descontar del medio aguinaldo lo correspondiente al impuesto a las ganancias, cediendo en parte a los reclamos que piden la total eliminación del " impuesto ".
Los gremialistas seguramente continuaran con sus reclamos, sabiendo que día a día el gobierno nacional se va desgastando en su último año de mandato, lo que no implica que la Presidenta vuelva a ceder ante los pedidos.